VÍDEO

Los gallos también cantan bajo la lluvia


jueves 6 enero, 2022

Así fue el triunfo de José Garrido en Manizales este miércoles

Garrido (5)

Tras el segundo toro de la tarde empezó a llover con mucha fuerza. Los operarios se miraban con cara de incrédulos tratando de arreglar el piso. Había tanta agua que se reflejaba el cielo en el ruedo. El presidente decidió que se esperaran quince minutos para la salida del tercer toro y los operarios no sabían por dónde empezar. Pero, José Garrido salió al tercio y, levantando la mano, decidió torear su toro sin ningún ápice de duda. El canto del gallo sonaría bajo el diluvio.

Había que quedarse quieto, cuanto más mejor para no resbalar, y a pies juntos, hundiendo las zapatillas en el barro, Garrido recibió al tercer toro de la tarde. Seis verónicas y una media que hicieron que el diluvio parecía que iba calmándose. En varas, el diestro pidió al picador que no castigara en exceso al toro y se cambió el tercio tras un leve puyazo. Garrido quitó por chicuelinas, templadas y de mano baja, rematando con una media enroscada en la cintura.

Tarde de arrestos de José Garrido

La disposición del torero sintonizó con la afición colombiana que no dejaba de arropar al diestro. José Garrido brindó al público en el centro del ruedo y nada más dejar la montera, clavó las rodillas en el barro e inició su faena sin importarle las inclemencias del tiempo. En la primera tanda con la mano derecha, el extremeño dibujó muletazos a media altura, suaves para no apretar a un toro justo de fuerza. Cada muletazo era más despacio al que predecía y remató con un pase de pecho llevándoselo a la hombrera contraria.

Siguió la faena y seguía lloviendo, pero nadie se acordaba ya del agua. Con la mano izquierda, al natural, el torero citaba a media distancia y dejaba llegar al toro donde los pies queman. En cada muletazo se enroscaba el toro en la cintura, con el mentón clavado en el pecho. El toro se desplazaba largo y el torero llevaba al toro cosido en la muleta.

Tras la estocada, no pasaron ni cinco segundos para que el toro cayera redondo. Sin puntilla. El público, aun con los chubasqueros y lloviendo, sacaba sus pañuelos y pedía las orejas con fuerza. El presidente sacó un pañuelo, pero la afición de Manizales quería mas. Pidió con mayor fuerza el segundo trofeo y el presidente, sin probaturas, lo concedió. Al toro, la vuelta al ruedo y ya nadie miraba el suelo embarrado mientras José Garrido daba la vuelta al ruedo con las dos primeras orejas de la temporada en las manos… y es que, los gallos también cantan bajo la lluvia.