CAMPO BRAVO

La ganadera charra enamorada de dos míticos encastes, Atanasio y Carlos Núñez: esta es su historia


domingo 10 diciembre, 2023

Se trata de una ganadería con personalidad propia, donde dos encastes comparten finca, aunque no se entremezclan entre ellos para seguir manteniendo en pureza ambas procedencias.

Ana Isabel Vicente
La ganadera Ana Isabel Vicente. © YouTube

El campo charro siempre se ha caracterizado por tener un buen número de ganaderías con un amplio historial detrás. Ese es el caso de la vacada de Ana Isabel Vicente, una ganadería con más de 150 años de historia que pasta en la finca Rollanejo, cuartel general de una vacada situada en el término municipal de El Cubo de Don Sancho. Fundada en 1862 por don Ildefonso Sánchez Tabernero sigue manteniendo las señas de identidad de una casa que tiene al toro bravo como un referente

Todo empezó en 1993 al adquirir su padre un hierro de primera, puesto que el ya tenía otro en la Asociación, formando la nueva ganadería con vacas y sementales de Los Bayones y Carlos Núñez, llevando ambas procedencias por separado. Hasta el 2017 fue el padre de Ana Isabel, Mariano, el que llevó las riendas de la explotación ganadera, siendo a partir de esa fecha cuando Ana se hace con el timón de la divisa salmantina.

Pese a ser, ingeniera química de profesión, Ana siempre buscó el poder escaparse al lugar donde siempre fue feliz, un campo bravo donde podía ser ella misma, alargando los periodos de estancia en el campo charro. Pero todo eso cambió en el citado año 2017, es ahí cuando toma el timón de la vacada para seguir manteniendo vivo el legado familiar. Se trata de una ganadería con personalidad propia, donde dos encastes comparten finca, aunque no se entremezclan entre ellos para seguir manteniendo en pureza ambas procedencias.

Su actual ganadera tiene un tipo de toro claro en su cabeza, pero es consciente que no puede pedirle lo mismo a dos encastes tan diferentes entre sí. Busca dotar de esa personalidad propia a una vacada que sigue luchando por un legado familiar que tras más de 150 años debe seguir vivo en el Campo Charro. Ahora, y tras una dura pandemia, se valora todo mucho más que antes, sabiendo todo el esfuerzo que entraña ser ganadero de bravo en una ganadería que -de momento- no está anunciada en las ferias.

Ante esta tesitura hay dos opciones, o tirar la toalla o darle una vuelta de tuerca al proyecto para mantener la viabilidad del mismo. Las reses de mayor volumen y trapío tendrán su destino en el festejo popular, mientras que el resto del ganado tendría mercado en novilladas con y sin caballos, palpando el aficionado el momento por el que pasa la vacada para más tarde poder dar el salto definitivo a los festejos mayores.