Como ya contamos en más de una ocasión la vida en el campo bravo nunca es de color de rosa pese a vivirse momentos irrepetibles junto a este majestuoso animal. Muchos de esos sinsabores tienen que ver con la administración y las normas que se dictan desde Europa, esa que equipara al bravo con otras razas bovinas cuando el manejo y el comportamiento de estas nada tiene que ver. Los saneamientos anuales son uno de los muchos quebraderos de cabeza que tienen estos hombres de campo algo que produce un gran estrés en un animal trenadamente delicado.
Por desgracia son muchos los criadores de bravo que se ven abocados a bajar la persiana tras no poder erradicar ciertas enfermedades que sufre el ganado bravo al estar en contacto directo con otros animales silvestres que no pasan ningún control sanitario. La palabra tuberculosis crea pánico entre esos hombres que se dejan la piel para sacar adelante su ganadera, enfermedad que impide la lidia en plazas y que puede llegar a diezmar las vacadas al tener que mandar al matadero a las reses positivas.
La tuberculosis es precisamente aquello ha obligado a los hermanos Arrizabalaga Carrasco a deshacerse de la totalidad de la vacada que poseían en suelo vasco concretamente en las fincas ‘Caserío Saka’ en Deva (Deba en vasco) y ‘Elurtegui’ en Motrico (Mutriku en vasco), ambos situados en la provincia de Guipúzcoa.
Se trata de un hierro que recientemente ha sacrificado todas sus reses, un total de 160 cabezas, a causa de un brote de tuberculosis como muy bien explican en un comunicado en sus redes sociales: “Es duro comunicar que, tras tantos años de historia, selección y lucha nos vemos obligados a sacrificar el total de la ganadería tras no poder revertir la incidencia de la tuberculosis en nuestros animales”.

Un extenso comunicado que continuaba explicando los motivos de este adiós tan doloroso: “Es duro y cruel este final, muchos no lo entendemos, pero es la realidad que vivimos y a estos golpes solo podemos hacerles frente con la mejor de las actitudes. Ahora es momento de cerrar una etapa, de afrontar con coraje la situación, de tragar y llorar para coger fuerzas y volver a levantar cabeza lo antes posible”.
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Se trata de una vacada con personalidad propia y con una sangre muy marcada: “Nuestra ganadería lleva un claro rasgo de Casta Navarra en sus genes, tal y como se conoce a la raza de lidia que mayor desarrollo ha tenido desde los pirineos hasta la costa levantina, habiéndose fortalecido con el paso de los años en las riberas bajas de Navarra y Aragón” se recalcaba en la web de la citada ganadería norteña.
La sangre de Casta Navarra seguirá perdurando en otros proyectos ganaderos como el que lleva adelante Miguel Reta en ‘La Tejería’ finca situada en el término de Yerri (Navarra). Un ganadero que ha sabido meter la cabeza en los festejos a pie lidiando recientemente corridas de toros en plazas como Ceret, Corella, Estella, San Agustín de Guadalix o Tafalla, un hito que ha vuelto a poner en el foco a esta sangre tan particular.
