El toro bravo es un animal jerárquico por naturaleza, una especie que lucha hasta la muerte por el poder de su cercado. Estas luchas nada tienen que ver con la que tienen los animales de la sabana o la selva; el toro bravo mata por poder, por ambición, y no por alimentarse. Unas peleas que muchas veces tienen un final dantesco con la muerte de alguno de los toros de la camada.
Las pugnas son atroces, a muerte, y en multitud de ocasiones tienen varios implicados. Un golpe de estado para la caída del régimen, es decir, un enfrentamiento contra el más fuerte para desterrarlo del cercado. Antes, cuando no había funda, las peleas se resolvían con mayor inmediatez al calar en la piel las cornadas de dicha batalla; ahora, con las citadas fundas, esas peleas son menos dañinas, aunque en muchas ocasiones acabe con uno de los dos en la lona.
El problema no radica tanto en un enfrentamiento uno contra otro, ya que gracias a las fundas no hay cornadas, pero sí puede haber rotura de huesos o hernias cuando el golpe es certero. Dicho problema viene cuando entra un tercero en discordia que siempre ataca por la espalda para desestabilizar el líder; ahí es cuando el enfrentamiento se pone serio de verdad y donde se marca la diferencia.
Así se la jugó Julián Gómez Carpio para salvar a uno de sus toros de morir en una pelea
En ganaderías donde hay cercados grandes es fácil que se den varios grupos donde hay un líder destacado, pero en ganaderías con espacios más reducidos los animales están acostumbrados a verse las caras, pese a ello las peleas también son frecuentes. En el siguiente vídeo vemos cómo el ganadero madrileño Julián Gómez Carpio, -que pastan en esta comunidad autónoma-, nada más ver a uno de sus toros malherido en el suelo, entra sin pensárselo al cercado para colear al animal agresor.
Colea al animal juzgándose la vida para evitar que este acabe matando a su compañero de camada. El perdedor está en el suelo dolorido mientras su hermano lo cornea sin piedad. Pese a conseguir levantarse e intentar huir, de nuevo el animal hace por él para intentar rematarlo. A pesar de la intervención de los allí presentes, el animal no cejó en su empeño por intentar acabar con su vida. El cambio de tiempo, la entrada de nuevos hermanos en el cercado, la lucha por el poder… todo influye para que se encienda la mecha.
Ya lo explicó Salvador Gavira en un reportaje emitido en Toros para Todos hace años: Lo normal cuando se juntan toros de diferentes cercados o hay cambio de tiempo es que salten chispas, «Date cuente que cuando los toros se huelen los unos a los otros algunos los van a tomar como extraños, como enemigos, rompiéndose la jerarquía que había en el cercado, pudiendo hacer asalto al poder al toro que aquí manda y entonces las peleas son seguras». Por eso es fundamental estar atentos, más si cabe en cercados que no son de grandes dimensiones.