Todo aquel que es inoculado por el veneno del toro bravo difícilmente puede encontrar un antídoto que le haga abandonar el camino trazado. El que es torero siempre seguirá siendo torero, y el que es ganadero, tres cuartos de lo mismo. Eso le pasa a una de las familias ganaderas más importantes de nuestro país, la casa Guardiola. En el término municipal de Utrera -cuna del toro bravo- se encuentra la Finca ‘El Toruño’ un lugar donde el toro y el caballo sin su seña de identidad.
Una familia que en su tiempo tuvo varias divisas donde el encaste Pedrajas y Villamarta se dividían en varios hierros.. Con el paso del tiempo alguno de ellos quedaron vacíos, otros se vendieron e incluso uno de los encastes salió para no volver. Se trataba del encaste Pedrajas, ese que durante varios lustros nutrió de su sangre a innumerables vacadas. Pero en 2014 se decidió poner un punto y final a uno de los proyectos ganaderos más importantes de nuestra piel de toro.
Pero parte de la familia aún quería seguir manteniendo el legado, de ahí que no se deshicieran de todo el ganado y si se conservara una punta de 30 vacas de origen Villamarta así como dos machos que habían vuelto sin lidiarse de la primera plaza del mundo. Aquello se llevó con silencio, sin darle bombo a un nuevo camino que actualmente llevan los hijos de Javier y Jaime Guardiola. Una ganadería que poco a poco quiere volver al mercado, eso sí, de momento únicamente lidiando festejos menores.
Un hierro que como muchas otros vendió animales para cebadero, y que este año se expondrán el próximo 14 de octubre en Llíria. Se trata de “Primerizo”, uno de los últimos descendentes de aquella punta de vacas que se quedó en “El Toruño” tras la venta del resto del ganado. Una apuesta de los peñistas de esta localidad por darle su sitio a un tipo de toro diferente al resto y de los que -actualmente- no quedan toros para exponer en las calles.
Por eso, para este 2023, la peña ha apostado por rendir homenaje a una de las ganaderías punteras de los años 80, una divisa que fue santo y seña en los carteles sanfermineros y un hierro cuyas tierras escriben con letras de oro el trascender y desenlace de la tauromaquia desde 1942. Se trata de la histórica ganadería de Guardiola Fantoni, un encaste propio, el “Villamarta” (procedente del cruce Vistahermosa y Vázquez).
Y hablamos también de la finca “El Toruño”, de Utrera, donde los toros se refugiaban de las crecidas del Río Guadalquivir en tiempos remotos y donde toreros, empresarios y ganaderos han decidido la trayectoria de la tauromaquia actual durante el trascurso de los años. Ahora con este nuevo proyecto se busca seguir manteniendo un legado que nunca debió perderse, es que servirá de homenaje a Jaime Guardiola, un ganadero que luchó hasta sus últimas fuerzas por una ganadería histórica.