ENTREVISTA

La historia de Federico Arnás, el niño que creció junto a un padre torero y luego se dedicó al periodismo: «Lo importante es ser objetivo con tu propia subjetividad»


martes 7 febrero, 2023

Federico Arnás conversa con Cultoro sobre su trayectoria, cómo ve la Fiesta en la actualidad y el periodismo en general, además del taurino.

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Federico Arnás. © F. T. C.

Federico Arnás conversa con Cultoro sobre su gran trayectoria y cómo se encuentra la Fiesta y el periodismo en la actualidad.

Federico Arnás es una de las grandes voces autorizadas en el periodismo taurino en las últimas décadas. Ha trabajado en medios televisivos, radiofónicos y escritos, aunque donde más le ha llegado a conocer el aficionado ha sido por sus 43 años en TVE, en especial por su labor en el programa Tendido Cero, donde ejerció primero de redactor y posteriormente como director durante 16 años. Actualmente, se le puede escuchar en el programa Clarín en Radio Nacional Española y sigue inmerso en otros proyectos. Hoy, es protagonista en Cultoro en una amplia entrevista.

Vicente Molina, el padre torero de Federico Arnás

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Federico Arnás en Tendido Cero. © T. C.

E: Buenas tardes, ¿cómo ha sido su trayectoria periodística? Y, ¿cómo o por qué decidió especializarse en el mundo taurino?

Federico: Nació mi pasión por los toros gracias a que mi padre fue torero. En los carteles adoptó el nombre de Vicente Molina y así se recoge en la biografía en el tomo IV del Cossio. Iba a debutara finales de julio del año 36 en Las Ventas, pero el estallido de la guerra partió en dos su carrera, aunque terminada la contienda prosiguió su aventura torera unas pocas temporadas, pero su destino fue como el de  otros muchos toreros de aquel infausto tiempo. Toreó bastantes novilladas con picadores y, luego, siguió ligado al mundo del toro como apoderado y representante de plazas de toros. Tenía otra gran pasión que era lectura y en especial los libros de Viejo y Tauromaquia y fue uno de los fundadores de la Unión de Bibliófilos Taurinos. Digamos que ahí se forjó un poco el germen de mi afición y mi pasión. Lo mismo le transmitió a mi hermano, el gran pintor Vicente Arnás, lo de gran no es de pasión de hermano, ahí esta su obra como uno de los más destacados artistas contemporáneos del realismo mágico.

Profesionalmente, empecé muy jovencito gracias al periodista Joaquín José Gordillo, que confió en mí tras una conversación de toros casual, a pesar de no tener apenas experiencia, y me dio una gran oportunidad en 1977 en un programa de TVE que iba por la segunda cadena titulado Toros 2, que lo dirigía Ricardo Díaz Manresa. Ahí fueron mis comienzos y tuve la suerte de compaginar toda la carrera de Periodismo con trabajos en prensa y en radio en desde el 78, en concreto, en tres emisoras: La Voz de Madrid, Radio juventud y Radio Centro. A principios de los años 80 nació Radio Cadena Española, donde formé parte de aquella primera redacción con enormes profesionales, la mayoría muy jóvenes cargados de ilusiones. No solo hice toros, también dirigí un magazine “Madrid en fin de semana”, estuve en servicios informativos, etc. Fue una etapa mágica, más por lo que vivía España en plan transición, nunca he conocido periodo de tanta libertad periodística donde los toros, por ejemplo, formaban parte natural del tejido informativo; hice grandes amigos y fue una escuela imborrable.

Luego volví a TVE en el 81, pero no para hacer algo relacionado con toros sino como redactor de un programa de cultura y espectáculos que se llama Zarabanda. En el 83 participé en la segunda temporada de la famosa serie La Tauromaquia dirigida por Gordillo. Fue una serie muy premiada, entre otros con el Ondas. A partir del año 86, desde que apareció en emisión estuve en el equipo fundador de Tendido Cero, que es el programa taurino más longevo de la historia, en cuanto a temática taurina, y el tercero más antiguo que hay en la parrilla de TVE. Ni imaginaba que la aventura llegaría hasta 2020. Por otro lado, desde finales de los 70 también colaboré con varias revistas en España, Portugal, Francia, América, etc. En prensa colaboré en los ya extintos Diario 6 y varias agencias, pero la etapa más dilatada y extensa fue en 6 toros 6 como articulista donde estuve de la mayor parte del tiempo mientras que estuvo editándose, hablamos de unos 30 años. A mediados de los años 90, formé parte de la redacción de Clarín de RNE y Radio Nacional de España. En Clarín fui director de Clarín Fin de Semana -desde 1995 hasta finales del 2004-. También desempeñé la subdirección de Canal de Toros de vía digital desde el 98 al 2003. Y ya desde el año 2004 me centré en Tendido Cero al ser nombrado director, donde estuve hasta el 2020, y condicionado por los acuerdos del nuevo convenio de televisión pública me tuve que jubilar y despedirme de la que fue mi casa durante más de cuatro décadas. Por supuesto, también tuve la suerte de formar parte de los equipos de retransmisiones, unas veces a pie de entrevistas y otras como narrador.

Yo he tenido la suerte de disfrutar de la profesión en radio, prensa y televisión; y de trabajar con enormes profesionales, había que ser muy torpe para no aprender con esa escuela. La gente me sitúa en la televisión principalmente por la visibilidad en mis años en la pantalla, pero he tenido la suerte de conocer la calidez de la radio y sentir el intimismo de la prensa escrita. Y aunque la mayor parte de mi carrera se ha centrado, lógicamente, en los toros, como especialista, no es lo único que he abordado en el periodismo, sino que he trabajado en distintas secciones y materias de igual manera. Por eso siempre prefiero que me reconozcan como periodista que como crítico porque la crítica es un género más dentro del abanico del periodismo y no siempre el que más he disfrutado.

E: ¿Qué significa ser periodista para usted?

Federico: En esencia los periodistas debemos aspirar a transmitir a través del medio del que dispongamos en ese momento, la realidad captada por el filtro personal. Todos vemos el mismo hecho, lo que varía es la mirada. El periodismo taurino es un buen ejemplo de ello. El rigor y la ética deben primar a medida que el paso del tiempo nos añade capas de experiencia. No creo en la objetividad por la sencilla razón de que somos sujetos. Lo importante es ser objetivo con tu propia subjetividad. Para mí eso es en puridad lo ético. El medio también determina el cómo, pero no el qué. Esa realidad la tienes que contar de distinta manera según afrontes la noticia, la entrevista, el artículo, la crónica… cada uno de los géneros periodísticos, al igual que cada medio, son encastes específicos de la profesión.

¿Cómo de importante considera que es tener vocación periodística?

Federico: La vocación es el motor esencial, sin motor no se circula. Es el sustrato de la pasión puesta al servicio de la tarea encomendada. La vocación te ayuda a superar los momentos difíciles y a disfrutar de una manera muy especial los momentos felices y te permite navegar indistintamente sople el viento a favor o en contra. El periodista sólo es el medio; el fin es el protagonista real de toda información. Hay que tener cuidado en no invertir esos términos. El periodista pone la firma; la noticia y sus protagonistas, los titulares.

«Estamos en una fase histórica en la que la mejora del toro en cuanto a prestaciones»

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Federico Arnás entrevistando a Paco Ureña. © T. C.

E: ¿Cómo ve el toreo en la actualidad?

Federico: En el toreo siempre hay tres vértices indisolubles: toro, torero y público; habría un cuarto, no visible en la plasmación del rito, pero también clave, que es el que reúne esos tres protagonistas, el empresario.

Estamos en una fase histórica en la que la mejora del toro en cuanto a prestaciones. Lo que han conseguido los ganaderos en los últimos 25-30 años es admirable también por las nuevas pautas ganaderas en cuanto al manejo, selección, sanidad, etc. Se ha conseguido un toro con un trapío morfológicamente importante, las caídas han mermado y creo que estamos ante el toro más bravo de la historia, aunque no siempre el más encastado. No es lo mismo la bravura que los variados cajones de la casta con sus matices. Otra cosa es cómo ese camino ha llevado a una uniformización del toro por buscar la mayoría de los criadores un tipo de animal muy similar y nos encontramos con una tauromaquia más previsible, es decir, la variación de comportamiento en los toros se ha reducido y esa capacidad de sorpresa también. En este tránsito se han perdido encastes, estirpes, y bases genéticas, debido a varios factores y algunos no ajenos a campañas periodísticas mal enfocadas y demagógicas, pero en conjunto el trabajo ganadero ha sido extraordinario.

Por otro lado, creo que estamos en un momento muy bueno de toreros: esta será una generación que dentro de 30-40 años se recordará como una generación muy buena y evocada. No será nada nuevo, ya sucedió con las anteriores que eran generaciones que cuando estaban en activo se les criticaba mucho y esto ocurre porque el aficionado a los toros tiene tendencia a ser un nostálgico. En muchos casos es un nostálgico de algo que no ha vivido, sino que lo ha idealizado y cualquier tiempo pasado es mejor para ellos, yo pienso que mejor no, sino distinto. Yo no comparto eso de que “hoy se torea mejor que nunca”: se torea de una manera, a lo mejor, más pulida que nunca entendiendo el toreo como algo más allá de la expresión estética, siempre adaptándose al toro de cada tiempo y el actual tiene fijeza y humillación. Por los caminos de la historia se pierden algunas cosas y se ganan otras, indudablemente. La personalidad es un bien escaso y preciado, y el toro condiciona lógicamente al toreo y al torero. Estamos en un momento muy bueno de toreros, pero tenemos un gran problema, por ejemplo, en San Isidro hay muchos toreros veteranos con más de 20 años de alternativa y que ocupan con todo mérito los principales puestos del escalafón y lo que más me preocupa es el relevo. Hay una generación de novilleros muy interesante, pero con la reducción de camadas y el cuello de botella que hay con los veteranos se acusa un problema de gestión. Hay fondo de armario, pero la llave del armario está en muy pocos bolsillos. La clase media del toreo casi ha desaparecido, hay una élite y, luego, la mayoría tienen serios problemas para colocarse y hacerse ver. Hay un problema de funcionamiento para que este relevo se vaya produciendo de una manera mucho más natural, para que la selección la haga el toro y no los despachos

Luego, entre el público se ve mucha más gente joven en los tendidos, algo que empezó a detectarse tras la prohibición en Cataluña, donde hubo una acción-reacción y ese relevo generacional me parece muy interesante. Ir a los toros es transgresor, tiene su punto de rebeldía. Es cierto que llega gente a los tendidos y no tanto que se forman con herramientas tecnológicas y no tanto humanas, es un reflejo de la vida misma y ese acceso natural de otras épocas se hace hoy más complejo. Lo ideal sería recuperar el boca-oído. Escuchar, acertar a saber dónde poner el oído, leer y reflexionar; esos son tres pilares esenciales para crecer como aficionado. Y luego, creo que hay una crisis de taurinos, por ejemplo, la figura del apoderado se ha empequeñecido muchísimo, los independientes han sido casi expulsados y otros son meros satélites. La mayoría se concentra en muy pocas manos. Eso vicia al sistema. También veo mucha falta de sensibilidad en los propios empresarios y poco conocimiento, hay poco seguimiento de los toreros y ese nivel de aficionado. A veces echo en falta que los empresarios sean realmente aficionados. Hay muchas luces y sombras, como siempre en la historia del toreo.

«El periodismo taurino todavía mantiene cierto nivel, dentro de él conserva esa carga literaria, aunque esa inmediatez también está presente»

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Federico Arnás con su compañero Íñigo Crespo. © T. C.

E: ¿Cómo ve el periodismo y, en especial, el periodismo taurino en la actualidad?

Federico: El periodismo ha dado un cambio, ha tenido una transformación a raíz de la aparición de las nuevas tecnologías. Internet ha cambiado nuestras vidas y ahora estamos ante un periodismo menos profundo por el consumo rápido. Una noticia rara vez perdura, a las 24 horas ha caducado de la memoria del colectivo social. En la radio se ha sufrido menos ese impacto, pero se hace un periodismo de rápida digestión y escasa profundización porque no hay paciencia y el déficit de atención es cada vez mayor en la gente como consecuencia de estas tecnologías repletas de impactos y titulares, no pocos engañosos a modo de anzuelo para consumir humo. Hay un cierto deterioro en la utilización del lenguaje, de esa herramienta que deberíamos cuidar como base de nuestro trabajo. Ahora hay menos rigor porque hay un intento de cercanía hacia el lector, espectador u oyente, recomienda rebajar los estándares de la utilización del lenguaje. Creo que es al revés: debemos intentar que esa riqueza del lector, espectador u oyente crezca a través de cada medio. Lo comprensible no está reñido con mantener unos mínimos, dentro de los parámetros de la ortodoxia del propio lenguaje. Cuando empezamos la carrera lo primero que te decían en la Facultad es la responsabilidad de saber cómo influye el periodismo en la opinión pública y ahora se han invertido los términos, siendo la opinión pública la que influye en el periodista. A todas horas arden las redes sociales por eso prima más lo que interesa que lo que importa. ¿Cuánto realmente de lo que circula en las redes sociales no está contaminado y dirigido? Las nuevas generaciones de periodistas han nacido en este tiempo y han crecido con las redes, nuevas tecnologías y su lenguaje, y es muy difícil que entiendan otras herramientas más artesanales, fallan en la sintaxis, pero son infalibles a la hora de resolver cualquier problema surgido en un dispositivo. A los veteranos nos suele suceder, al contrario

El periodismo taurino todavía mantiene cierto nivel, dentro de él conserva esa carga literaria, aunque esa inmediatez también está presente. En la crónica antes se podía profundizar aún más que ahora, por espacio y por tiempo. Me refiero a la prensa escrita, me gustaría ver hoy si grandes referentes de la crítica taurina lograban mantener esa brillantez cuando recién doblado el sexto tuvieras que estar mandando la crónica, como sucede hoy. Por eso valoro mucho a los compañeros a los que la premura no les encoge el talento. El rincón taurino de los medios, sí lo hay, puede ser uno de los últimos espacios donde todavía se cuida bastante el lenguaje. Hay una jerga rica que lo enriquece, la terminología taurina no se ha borrado de la calle. Hoy los anti poco pueden hacer, a pesar de ello, hay un neo lenguaje taurino que además de ser impreciso lo ha empobrecido. Es, además, una terminología que viene de los taurinos y se filtra de los callejones a las redacciones.

E: ¿Cuál ha sido su meta o sueño a conseguir dentro de su profesión?

Federico: El camino te va insinuando las metas. He tenido la suerte de desarrollar mi profesión y conjugar mi vocación con mi gran pasión y afición que es la tauromaquia. Ese era mi gran objetivo inicial o sueño de cuando era un adolescente, me encantaba el periodismo y los toros, y he conseguido la convivencia de la vocación, profesión y afición. Esas tres almas se han reunido, me siento un privilegiado

A la hora de desarrollar el trabajo todo puede ser manifiestamente mejorable: me hubiera gustado tener, junto a mis compañeros, más medios y apoyos en TVE para poder desarrollar propuestas e ideas que no pudieron llevarse a cabo. La brega diaria para poder sacar el trabajo no era fácil, Belén Plaza lo sufre ahora, posiblemente más agudizado. Por eso, tienen mucho mérito tanto ella como Javier Hurtado, Manuel Valera y el resto del equipo de Tendido Cero.  En la televisión se está muy condicionado por las cuestiones presupuestarias, por tener medios para realizar el trabajo y en algún momento esas dificultades han impedido conseguir objetivos. Mi mayor pena, es ver cómo las retransmisiones en directo se perdieron de la televisión pública. Ojalá esa situación sea reversible algún día y volvamos a escuchar en La Primera lo de “Buenas tardes desde la Plaza de Toros de…”.