MADRID

El horrible pitonazo sufrido en el pecho por Roca Rey: así fue el espeluznante momento


jueves 15 junio, 2023

Así fueron unas espeluznantes imágenes tomadas por Carmelo López y que se hicieron virales; Roca Rey, henchido de valentía, prosiguió la faena.

Roca Rey
Roca Rey tras la cogida. © Luis Sánchez Olmedo

El pasado domingo tuvo lugar en Madrid la catalogada como corrida ‘In Memoriam’, un festejo organizado por Plaza 1 para homenajear a José Cubero ‘Yiyo’, fallecido el 30 de agosto de 1985 en la plaza de toros de Colmenar Viejo. Fue una corrida donde se buscaba acartelar a tres máximas figuras del toreo para darle notoriedad al propio festejo. Simón Casas y Rafael Garrido optaron por sacar del abono un festejo que pese a todo consiguió colgar el ‘No hay localidades’ en las taquillas de la plaza.

Ésta contó con la presencia del madrileño Julián López ‘El Juli’, el pacense Alejandro Talavante y el limeño Andrés Roca Rey, un tortero que quiso homenajear la figura del madrileño luciendo el mismo terno con el que trenzó Yiyo su último paseíllo en Las Ventas. Concretamente, fue un corinto y azabache, ese el 29 de mayo de 1985 lució un espada que le cortaría una oreja a ‘Niñito’ con el hierro de Aldeanueva.

En esta ocasión esperaban en chiqueros seis astados de la familia del Río, tres de Toros de Cortés lidiados en 1º-3º-4º lugar y otros tantos de Victoriano del Río corridos como 2º-5º-6º. Un festejo donde la presencia de Andrés Roca Rey provocó un cisma entre dos partes bien significativas de la plaza de toros de Las Ventas. Mientras unos coreaban un “fuera, fuera”, otra gran parte de la plaza respondió con gritos de “torero, torero”.

Andrés se disponía a citar al animal cuando un sector de la plaza comenzó a recriminar un feo gesto que tuvo hacia ellos instantes antes, el torero, muy sereno y dispuesto toda la tarde, se cruzó el pitón contrario para volver a citar al animal, instante donde sus partidarios comenzaron a darle ánimos. La plaza se convirtió en un polvorín entre dos sectores diametralmente opuestos. Tras finalizar la tanda se echó la muleta a la izquierda ante un animal de gran exigencia que no perdonaba ni un fallo.

Momentos en los que las hostilidades cesaron, gracias, en gran parte, al conocimiento que tiene ese sector más crítico de la plaza a la hora de captar esos momentos donde se palpa que puede suceder algo para bien o para mal. Pero duró poco la tranquilidad, a partir del primer natural una parte mínima de la plaza volvió a recriminarle al torero su colocación. Pero fue en el pase de pecho cuando el toro se frenó y volteó al peruano dándole un feo pitonazo en el pecho que le dejó sin aire. Una vez en el suelo, únicamente la intervención de los hombres de plata evitó que saliera corneado de gravedad.

Andrés se levantó dolorido, ya que el pitonazo le había dejado maltrecho. Afortunadamente, el golpe no le obligó a pasar a la enfermería, volviendo a la cara del toro instantes después. Ya lo decía Ortega y Gasset, “Si quieres conocer cuál es el estado de una nación asómate a una plaza de toros”, una frase que ahora mismo cobra mayor vigencia si cabe debido a la polarización que existe en nuestro país, esa que se ve reflejada en la plaza de toros de Madrid con dos sectores que confraternizar y vociferan mientras hay un torero que se juega la vida.

Unas imágenes de Roca Rey que pudimos ver a través de Mundotoro Tv, pero que también captó Carmelo López, el cual colgaría el momento de la espeluznante voltereta acompañada de un texto que decía: “El pitonazo que sufre Roca Rey en el pecho es horrible y su actitud de figura del toreo”. Sin duda unas imágenes de enorme dureza que estuvieron a un tris de provocar un percance de gran gravedad en el ruedo. Afortunadamente, Yiyo le echó un capote al peruano y evitó males mayores.

Como en la sociedad, el moderado, el que respeta, es incapaz de hacerse notar al existir dos frentes que en muchas ocasiones, con razón o sin ella, dinamitan la plaza. Ante esta tesitura, Andrés mantuvo siempre actitud de figura del toreo, no se arredró ante un animal de gran exigencia y embestidas complejas, buscó —según su concepto del toreo— intentar sacarle a animal aquello que tenía dentro. A unos gustó, a otros no, eso es legítimo, pero su entrega queda ahí. Luego se podrá juzgar si era de oreja o no, si se le fue el toro o su comportamiento no fue de triunfo, pero siempre bajo el paraguas del respeto por aquel que se juega la vida ante un animal como el que se lidia en la plaza de toros de Las Ventas.

Madrid siempre ha sido una plaza de gran exigencia, más si cabe, ahora que la tauromaquia ha tomado una deriva poco recomendable y muy peligrosa, por eso es importantísimo que ese dique de contención siga presente, y que no se vea ensuciado por una hornada de nuevos ¿aficionados? Que buscan únicamente el improperio mediante el vocerío para demostrar que son mejores aficionados que sus compañeros de tendido, cuando en realidad no lo son. Madrid debe reflexionar y ver que camino debe tomar, como primera plaza del mundo debería el plantearse en su reglamento el corte de dos orejas para salir en hombros, si esto fuera así muchos de los problemas que vemos hoy en día se solucionarían de un plumazo.