Hace ya algún tiempo que les hablamos de la vacada manchega de Ignacio Frías, un hierro que actualmente pasta en el término municipal de Villamanrique (Ciudad Real). Una ganadería con historia, una procedencia única que en esta familia han regado de otras ramas para potenciar un tipo de toro que actualmente tiene difícil cabida en plazas de exigencia. Esto se debe, entre otras cosas, a una falta de conocimiento por parte de unos veterinarios y autoridades que exigen un animal que este encaste no es capaz de dar si no lo quieres sacar de tipo.
Un hierro que pasa por unos momentos difíciles debido a la merma de parte de su ganadería debido a unos problemas sanitarios. Por todo ello queríamos hablar con su propietario, un ganadero que asume sin fustigarse la realidad que le toca vivir. Pero antes de conocer ese problema surgido recientemente queríamos que nos hablase de la sangre que hay actualmente en su casa, el número de animales que la componen y el futuro a corto plazo de la misma.
“Todo comienza en 1985 cuando yo contaba únicamente con 15 años de edad. Me acuerdo que le comenté a mi padre nos teníamos que ir por otra línea. Yo creía que había que mejorar la que traíamos, que era Coquilla-Veragua-Parladé, un tipo de ganado que no acababa de hacernos dar el salto. Por eso compramos un lote de vacas a la viuda de Paquirri en el año 86. La primavera posterior a su fallecimiento nos trajimos 36 eralas sin tentar de la rama Villamarta, una sangre que a mí personalmente me atraía mucho. Ahí fue mi primera experiencia con el encaste Núñez”, nos comentaba Ignacio Frías.
“Cuando empezamos a tentar (lo adquirido a Paquirri) nos dimos cuenta que a la ganadería le faltaba algo, amén de dar un tipo de toro demasiado pequeño para progresar según se estaban poniendo las cosas. Fue el momento en el que decidimos comprar una serie de animales provenientes de dos sangres bien distintas. Fue a finales de los 90 cuando llegaron a casa animales provenientes de la rama Núñez vía Manuel Camacho y Salvador Domecq vía Juan Ruiz Palomares” aseveró el ganadero afincado en tierras de Villamanrique (Ciudad Real).
“Junto a esa compra también vino el semental ‘Garbancero’, un toro puro Salvador Domecq marcado a fuego con el hierro de Las Ramblas” nos explicaba. “Se trataba de un ejemplar que nos dio una regularidad increíble, sacando varios sementales de ese mismo toro. Tras varios lustros con una base genética compuesta por una base de hembras de la rama Núñez y Sementales de Salvador Domecq poco a poco fuimos consiguiendo un tipo de toro muy definido” continuaba explicando.
La última entrada de sangre de fuera llegó tras la pandemia, concretamente en el año 2022: “Tras un tiempo pensándolo mucho apostamos por la rama Algarra al adquirir un semanal de Los Chospes que este año irá por tercera vez a las vacas”. Una vacada que poco a poco ha ido abriéndose hacia nuevos horizontes sin importarle esa mezcla de sangres entes comentada: “Si quieres competir con los grandes hay que hacerlo con sus mismas herramientas, creo que la entrada de la sangre Domecq a casa ha sido algo muy positivo para nosotros”.
Ganadería que tiene dos líneas perfectamente marcadas a través de sus sementales, una que se nutre de la sangre de Salvador Domecq y otra con la de Algarra, esas que luego cubren a esas hembras con genética Núñez-Villamarta. Si bien es cierto que ya no hay pureza de sangre, si marcan caracteres especiales esas hembras oriundas de las ganaderías de Paquirri y Camacho, unidas estas a otras de Salvador que apostaron un punto mayor en su trapío, amén de mayor motor y transmisión a unos animales que siguen manteniendo esa virtud indómita de la clase.
La tuberculosis y la merma del 30% de la ganadería
Tras casi cuatro años sin la guadaña de la tuberculosis sobre su cabeza, Ignacio recibía una dura noticia al conocer en julio de este año el positivo de varias vacas de vientre de su ganadería, un número que aumentó unos días después hasta alcanzar el 30% de su ganadería. “Ha sido un palo muy duro, ver como te sacrifican unas 30 hembras, un semental y tres añojos es para replantearse todo esto, pero no estoy aquí para llorar, sino para tirar hacia adelante” comentaba.
Un ganadero que no quería mandar un mensaje negativo ni catastrofista sabe con las cartas que juega y es consciente del problema que hay en las fincas de sierra con el libre movimiento de corzos, venados o jabalíes, una serie de animales que son portadores del virus y que campan a sus anchas pese a la prevención de los ganaderos: “Esto le ocurre a un número importante de ganaderos, la administración no hace nada y Europa mira hacia otro lado. Por desgracia ya aceptamos hace tiempo que esto puede pasar aunque sea a costa de las vidas de nuestros animales”.
Un ganadero que también sufrió la dureza de una pandemia que le hizo más fuerte: “Mi padre y mis hermanos las han pasado “canutas” siendo ganaderos, pero ellos no han pasado una pandemia como yo. Como se dice vulgarmente ya me ha salido callo, y aguando lo que sea, mi afición puede más que cualquier problema que se plantee en un momento determinado” volvió a comentar un ganadero que no va a arrojar la toalla.
El camino a trazar a partir de ahora por Ignacio Frías
Ignacio se lame las heridas y tira hacia adelante, su amor por el toro no le permite pararse ni un seguro, de ahí que ya esté pensando en los siguientes pasos a dar: “Soy consciente que para caminar en este mundo hay que hacerlo con un volumen importante de animales y familias. Yo he pasado de tener unas 130 vacas a quedarme en unas 80-85, de ahí que ya esté dándole vueltas a la cabeza para ver esas ganaderías que se ajustan más al animal que tengo en casa y que quiero para el futuro” señaló.
“Yo ya estaba trabajando para crecer cuando me sobrevino este problema, pero sigo con la intención de dar un salto con la ganadería, y eso únicamente se consigue sabiendo que necesitas y las ganaderías que pueden aportártelo. Por suerte hace unos años que le saqué semen a varios machos, entre ellos este que me han obligado a sacrificar, creo que acerté de pleno el día que tomé esa decisión” nos explicaba un ganadero con las ideas muy claras.
Un proyecto ganadero que se sustentaba en dos sementales, dos animales que cubrían prácticamente el 100% de las hembras: “Llevaba dos años haciendo dos lotes amplios de hembras con un semental cada uno. En el primero estaba ‘Sacromonte’, familia directa de ‘Garbancero’, un astado de rama Salvador Domecq y con el resto de hembras estaba el toro de los Chospes que te comenté antes, un semental puro Algarra que me tiene loco. Este año este último irá con un lote y las restantes las inseminaré del otro toro que ya no está para así seguir teniendo estas dos líneas”.
Madrid como reto para 2025
Un ganadero que pese a las circunstancias es ambicioso y se pone el listón alto para la temporada venidera: “Me gustaría poder lidiar en Madrid, mi toro se conoce poco y pienso que el aficionado venteño se podría sorprender con el toro que crío. Con el tiempo he conseguido darle más volumen a los animales, eso sí, sin salirme del tipo de animal que tengo en la cabeza. Pese a este refresco todavía está muy marcada la sangre de Núñez, de ahí que mi animal no sea un búfalo”.
Un criador de bravo que tiene muy claros los pasos que dar: “Este año voy a ver los primeros productos del toro de Algarra, ojalá me ayuden a poner la ganadería donde quiero. Pero también te digo, ojalá pueda lidiar una novillada en Madrid, tengo animales que pueden valer para la primera plaza del mundo, tengo la ganadería en un punto muy bueno, más de uno se va a sorprender” comentó esbozando una sonrisa de oreja a oreja para finalizar la entrevista.