Pisar la finca «Porrosa Alta» es echar siempre una vista al pasado, acercarse a un ganado cuidado por generaciones de la familia Frías al estilo tradicional y adentrarse la centenaria pero siempre moderna forma de tratar al toro bravo en el campo. Que es la más costosa, pero la más gratificante.
Así es Ignacio Tomás Frías, el ganadero que cuida junto a su mayoral de los toros que su padre le dejó en herencia y que en 2023 estuvo a punto de ver lidiar en la primera plaza del mundo, Las Ventas, durante la novillada concurso que iba a celebrarse el primer fin de semana de aquel mes de septiembre, pero la DANA que azotó el centro del país aquel año impidió la celebración del festejo: «Tenía puesto en aquel debut todas mis esperanzas para ver los frutos a décadas de esfuerzo, de constancia, de no desfallecer en esta pelea de criar toros bravos sin más rentabilidad que la propia gratificación personal, del alma de aficionados. Pero no fue posible«.
Este año sueña con volver: «Madrid es la plaza en la que me he hecho como aficionado; vivo a 200 metros, soy de la ciudad, veo toros en sus tendidos… y tengo varios novillos preparados este año por si fuese posible debutar en ella. Es el gran sueño de mi vida como ganadero», expone Ignacio Frías mientras cuida del resto de novilladas que lidiará este año. «Tengo un encierro completo, algún toro suelto para las calles y me he guardado dos encierros de utreros para lidiarlos en corrida de toros la próxima temporada«, explica sobre su camada.
Las dos líneas de esta ganadería

Recordamos que esta ganadería, que pasta en las cercanías de la localidad de Villamanrique, tiene dos líneas perfectamente marcadas a través de sus sementales: una que se nutre de la sangre de Salvador Domecq y otra con la de Algarra, que luego cubren a esas hembras con genética Núñez-Villamarta procedentes de la compra que, en los años 80, el padre de Ignacio efectuó a la viuda de Paquirri del ganado que le quedaba al morir la figura del toreo.
Si bien es cierto que ya no hay pureza de sangre, sí marcan caracteres especiales esas hembras oriundas de las ganaderías de Paquirri y Camacho, unidas estas a otras de Salvador que apostaron un punto mayor en su trapío, amén de mayor motor y transmisión a unos animales que siguen manteniendo esa virtud indómita de la clase.
La tuberculosis, un problema grave que ha afectado en los últimos meses a esta ganadería: «No estoy aquí para llorar, sino para tirar hacia adelante»

Uno de los graves problemas que ha sufrido la ganadería de Ignacio Frías en los últimos meses ha sido el de la tuberculosis, puesto que hasta 40 vacas han debido ser enviadas al matadero, además de un semental, debido al positivo por esta caprichosa enfermedad producida, entre otras causas, por la fauna silvestre. Y esa abunda en los alrededores de la zona en la que pastan los animales de Ignacio Tomás Frías.
«Ha sido un palo muy duro ver cómo te sacrifican unas 40 hembras, un semental y tres añojos; es para replantearse todo esto, pero no estoy aquí para llorar, sino para tirar hacia adelante. Por desgracia ya aceptamos hace tiempo que esto puede pasar aunque sea a costa de las vidas de nuestros animales» comentaba el ganadero tras el problema que asoló su vacada durante el pasado verano.
«Esto le ocurre a un número importante de ganaderos, la administración no hace nada y Europa mira hacia otro lado«, añadía Frías. «Yo he pasado de tener unas 130 vacas a quedarme en unas 80-85, de ahí que ya esté dándole vueltas a la cabeza para ver esas ganaderías que se ajustan más al animal que tengo en casa y que quiero para el futuro«, seguía exponiendo el ganadero manchego.
«Mi padre y mis hermanos las han pasado canutas siendo ganaderos, pero ellos no han pasado una pandemia como yo» explicaba a este medio sin cortarse un pelo. «Como se dice vulgarmente ya me ha salido callo, y aguando lo que sea, mi afición puede más que cualquier problema que se plantee en un momento determinado», finalizaba.

FOTOGALERÍA: PABLO RAMOS
























