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La vuelta al campo de ‘Bohemio’ tras su indulto por Manuel Escribano en Alicante y la firme decisión de Victorino Martín


lunes 30 junio, 2025

Tras asomar el pañuelo naranja que perdonaba la vida a 'Bohemio', se procedió a realizar una cura de urgencia a un animal que se ha ganado su sitio entre los sementales de la casa cacereña

Toro Bohemio
El toro 'Bohemio' de Victorino Martín en el campo antes de lidiarse y, a la izquierda, el abrazo del ganadero y el torero tras su indulto el pasado sábado. © Toros Alicante y Luis Miguel Blázquez

El indulto de un toro bravo es el máximo reconocimiento que puede recibir un animal en la lidia, volviendo este al campo como semental tras demostrar unas cualidades excepcionales en el ruedo. Hasta la llegada del reglamento taurino de 1992, impulsado por el ministro Corcuera, este premio para el toro únicamente se concedían en plazas de primera categoría y en corridas concurso, ampliándose posteriormente el abanico a otros cosos en festejos de lidia ordinaria. El primer astado que ganó su vida tras la implementación de este reglamento fue Bienvenido, de Jandilla, en Murcia; un animal que marcó un antes y un después en la vacada de las cinco puntas.

Pero, de un tiempo a esta parte, el indulto se ha convertido en un fenómeno cada vez más frecuente: un premio que dejó de ser excepcional para convertirse en algo, más o menos, habitual cada fin de semana. Saltaron todas las alarmas tras perdonársele la vida a tres astados de El Freixo en Marbella, en una corrida televisada. Una tarde controvertida para muchos, donde dos de esos tres animales aunaron virtudes más que importantes para convertirse en sementales de la casa.

El último ejemplo de un toro indultado en una plaza es Bohémio, astado de la divisa cacereña de Victorino Martín, durante la encerrona en solitario de Manuel Escribano en Alicante, apenas semanas después de que otro ejemplar de Núñez del Cuvillo recibiera el mismo honor en ese coso. Esta proliferación ha abierto un debate entre aficionados, ganaderos y profesionales sobre el verdadero valor de este reconocimiento hacia el animal.

La cabaña brava española vive actualmente uno de los mejores momentos de su historia, gracias a la selección que se viene realizando desde hace varias décadas en el campo bravo, y que ha dado la cara en los últimos años con la lidia de encierros notables y toros importantes. Un auge cualitativo en el que la presencia de toros destacados en el ruedo ha venido estrechamente ligada a un notable incremento en los indultos, muchas veces impulsados por el entusiasmo —y la falta de conocimiento— del público, así como por la voluntad de los toreros. Esta tendencia plantea interrogantes sobre si todos los indultos responden realmente a criterios técnicos, o si se están banalizando los requisitos para conceder este premio.

Una de las consecuencias de esta aparente “inflación del indulto” es la pérdida de protagonismo de otros galardones tradicionales, como la vuelta al ruedo, quedando este importante reconocimiento en segundo plano. En este contexto, el debate sobre los indultos no es una crítica a su existencia, sino una llamada a la reflexión sobre su uso adecuado y su verdadero significado. Muchas son las opiniones sobre este tema, siendo multitud de ganaderos quienes se han expresado libremente al respecto. Uno de ellos es Victorino Martín García, defensor de este premio para el animal, pero también crítico cuando las cosas no se hacen con rigor.

 
 
 
 
 
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Victorino Martín y su posición respecto al indulto

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Allá por 2018, Victorino Martín habló sobre este tema en un encuentro con la afición de Tomelloso, donde expresó su visión del indulto y su proliferación: “Se está indultando en plazas de tercera para evitar alteraciones del orden público… pero nosotros, en Madridejos, hemos sufrido un atropello brutal. Vino hasta el comandante de puesto para asegurar que se mataba el animal. Hay una enfermedad que se llama indultitis. Ahora casi se premia más la faena del torero que el comportamiento del toro. Todos tenemos que promover esos cambios, pero principalmente el ganadero”, explicaba Martín.

En más de una ocasión, el ganadero afincado en tierras cacereñas se ha negado al indulto de uno de sus animales. Concretamente, fue la pasada temporada en la plaza de toros de Osuna. Un posicionamiento nada baladí, motivado por el escaso trapío del astado: “Es un toro que no sirve para echar a las vacas, le falta trapío. Hay que saber que, cuando se indulta un toro, es para dejarlo de semental, y este no me vale para ello. Es mucho peor que ese toro muera en la oscuridad de los corrales que en el ruedo. Enhorabuena al torero, me ha encantado, pero no me valía”, comentaba Victorino Martín a los micrófonos de Canal Sur.

Aquel astado que sí consideró como posible semental en su casa fue Bohemio, un gran astado al que se le perdonó la vida en Alicante. Un ejemplar proveniente de una reata muy consolidada en la ganadería y con la presencia suficiente para quedarse como nuevo semental. Animal que, tras recuperarse de las heridas y volver a ganar el peso perdido, tendrá como premio un lote de vacas seleccionado por su ganadero. Para conocer más sobre el proceso de curación de un toro en los corrales de la propia plaza, el equipo de comunicación de la empresa Mare Nostrum publicó recientemente un vídeo en redes sociales donde el aficionado podía ver, desde dentro, cómo es la cura de un animal indultado en el ruedo.

Manuel Escribano y ‘Bohemio’: crónica de un encuentro para la historia

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Una tarde histórica para la vacada cacereña, el matador de toros sevillano y la afición alicantina; esa que nos contó toro a toro nuestro compañero Luis Miguel Blázquez, rostro de este portal en la pasada Feria de Hogueras. Un festejo donde Manuel Escribano se midió, en solitario, con seis toros de la ganadería de Victorino Martín, hierro clave a lo largo de su carrera y en una ciudad que también ha sido eje de su trayectoria.

Recibió Manuel Escribano al tercero de la tarde, de nombre Bohemio, herrado con el número 50, de 532 kilos, a porta gayola. Desde el tercio le volvió a administrar otra larga cambiada y lo toreó a placer por verónicas. La plaza empezó a bullir ante tal repertorio. Lo llevó al caballo por un galleo por chicuelinas y banderilleó con sus banderilleros de filas. Todo a favor lo tuvo Escribano ante un gran toro. Comenzó la faena de muleta con pases cambiados por la espalda, siguió por el pitón derecho y se atisbaron las grandes cualidades que tuvo el animal. Lo toreó y se emborrachó por ambos pitones. El toro repetía y repetía, embistió y humilló. La faena fue subiendo de tono y el público lo supo ver. Alargó el trasteo y el animal tuvo la gran condición de embestir siempre humillado por abajo, casi tocando la arena. La plaza era un hervidero y el palco concedió un merecido indulto. Victorino Martín acompañó dando la vuelta al ruedo a Manuel Escribano.

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