Manuel Jesús “El Cid” protagonizó el pasado sábado, en la capilla del Baratillo -a tan sólo unos metros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla- uno de los momentos más íntimos y sentimentales de todo el desarrollo del abono de la Feria de Abril. El diestro de Salteras rezó ante la Virgen de la Piedad y María Santísima de la Caridad previo a su paseíllo en este coso con toros de Victorino Martín.
Así fue la actuación frente a su primero: dejó pasajes de toreo templado ante un astado con virtudes
Ovacionado de salida resultó el primero de la tarde, un toro de Victoriano que acusó su falta de fuerzas, pero que se fue afianzando a lo largo de la lidia. Se le cuidó en el caballo y posteriormente en banderillas, siempre buscando llevarlo pulseado a media altura. Empezó con la mano izquierda una faena con momentos de interés. El de Victorino la tomó con ritmo en una primera serie que llegó una enormidad a los tendidos. Lo pulseó Manuel en una trasteo donde el animal tuvo la intención de humillar. El de Victorino tuvo nobleza en sus embestidas, agradecido cuando lo llevabas enganchadoUn astado que fuera de los chismes iba siempre orientamos y saliendo con la cara alta. La clave estuvo en perderle siempre pasos a un Victorino que se sentía más cómodo en la media distancia. Estuvo inteligente Manuel en no dejarlo pensar, siendo consciente que llevándolo empapado en la muleta haría que este no perdiera el celo. Tras una estocada casi entera en buen sitio dio una vuelta al ruedo tras una leve petición de oreja.
Una oreja frente a su segundo
Se ovacionó al cárdeno cuarto al salir de chiqueros, un animal que siempre quiso humillar, aunque le faltó salirse del capote por el lado derecho. Metió riñones en el peto en un tercio de varas donde empujó con clase. En banderillas saludó ‘Lipi’ tras dos pares de gran exposición, salvándole De Justo de un percance cuando este salía de la cara del animal. La ovación cerrada de La Maestranza fue de esas que calan. Ya en la muleta, el de Salteras dibujó una primera serie a zurdas de gran temple y hondura ante un animal con grandes virtudes. Lo llevó siempre con suavidad, algo que agradeció el astado. Una faena donde volvimos a ver esa gran mano izquierda del de Salteras, siempre buscando llevar al toro empapado en las telas. ’Mecatero’ fue un toro que siempre exigió estar bien colocado, de lo contrario embestida a arreones. La clave estuvo en darle tiempo y distancia, en llevarlo siempre enganchado. Manuel volvió a reencontrarse con su torero en una más que interesante tarde para él. Por el derecho tuvo que tragarle al faltarle largura en el muletazo, por ahí había que ser más preciso en alturas y distancias para intentar meterlo en el canasto. Sevilla se entregó a su torero en una faena premiada con una justa oreja.