Ocurrió el pasado viernes en La Real Maestranza de Caballería de Sevilla, un día de emociones a flor de piel, ya no solo por la grandiosa faena de Morante de la Puebla el cuarto de la tarde, sino por el adiós tras más de 25 años de uno de los hombres de plata más importantes del último cuarto de siglo: José Antonio Carretero.
Un hombre que curiosamente no fue de plata el día de su despedida de los ruedos, eligiendo el terno azabache para acompañar a Tomás Rufo, un torero en franca proyección que pasó por Sevilla dejando una firme actuación y rozando la oreja. Sin duda una de las tardes más especiales para un Carretero que ahora centrará sus esfuerzos en la carrera de Fortes.
Un banderillero honesto, siempre sabiendo cuál era su papel en todo momento, de esos hombres de plata que ayudaron a muchos matadores a evolucionar como toreros, un segundo apoderado en toda regla. Bien pueden dar fe de ello muchos de los matadores con los que fue.
Entre ellos estaba un José Antonio Morante de la Puebla que lo llevó en sus filas durante varias temporadas y que estuvo presente en el día de su adiós. Ese adiós que se llevó a cabo tras finalizar el festejo, allí estaban sus amigos, así como sus familiares. Sin ir más lejos su hija fue junto a Morante la encargada de cortarle la coleta para poner punto y final a una carrera al alcance de muy pocos.
Fue un momento de gran emoción, instantes que les puso la piel de gallina a los allí presentes por el hombre que decía adiós, un banderillero que ha pasado por las manos de grandes maestros y al que José Miguel Arroyo ‘Joselito’ le dio la oportunidad de formar parte de su cuadrilla en aquella histórica tarde del 2 de mayo de 1996.
Sevilla fue el punto y final de una carrera a José Antonio Carretero a la que aún le quedan muchos capítulos en el campo de apoderamiento: se va el banderillero, pero siempre quedará el torero, eso bien lo sabe un Saúl Jiménez Fortes que sabe perfectamente que ha elegido al hombre ideal para llevar su carrera.