A las puertas de su próxima cita en Vic-Fezensac, el torero José Garrido reflexiona sobre su momento actual, el peso que supondría volver a estar en Madrid en su carrera, el poso que deja el tiempo y su vínculo con América y Francia. Con diez años de alternativa, el extremeño sigue buscando su gran tarde, pero lo hace desde una visión más serena, centrada en el crecimiento y el fondo.
Madrid sigue siendo clave para un torero como tú y más necesaria que nunca, ¿esperas que sea este verano?
— Al final, Madrid es la que decide o la que marca por dónde va tu carrera. Espero con muchas ganas que llegue esa tarde, pero no por la angustia de querer triunfar a toda costa, sino por disfrutarla. En Madrid todavía tengo pendiente esa gran tarde que deje huella. Tengo respeto, claro, pero también muchas ganas. Ojalá pueda estar anunciado pronto.
¿En qué momento te encuentras como torero?
— Estoy en un momento de crecimiento y madurez. Eso es lo más importante: tener afición, ganas de evolucionar. Ese es el camino del torero. Uno nunca termina de aprender. Sí es cierto que en los últimos años he toreado menos, y la pandemia sin duda que me condicionó mucho. Antes de ella, especialmente en 2018 y 2019, creo que tuve un momento importante, aunque me costó mucho matar los toros, pinché animales muy importantes y eso te ralentiza la inercia de la carrera. Pesó, claro. En plazas determinantes es vital rematar, y me tocó remar para recuperar todo eso. Luego, tras la pandemia, he cortado orejas en Sevilla y en muchas otras plazas, pero faltaba ese triunfo rotundo.
También ha habido tardes importantes en América esta temporada.
— Gracias a Dios pude torear dos corridas en Perú al principio del año y me vinieron fenomenal. Ponerte el traje de luces antes de que empiece la temporada en España es muy productivo. Y ahora estoy cerrando más cosas por allí. También, hace unos días, toreé en Villamayor de Santiago, en Cuenca, una corrida de Emilio Artalejo.
Este fin de semana vuelves a Francia, a Vic-Fezensac.
— Mis incursiones en Francia han sido pocas, pero muy positivas. En la última toreé en Nimes e indulté un toro. No he conseguido entrar del todo en el circuito francés, pero me gusta mucho. Y más en una plaza como Vic, donde el toro sale con casta y exige. Sales con ganas de que todo salga bien.
Prieto de la Cal y Pallarés. Dos ganaderías con personalidad.
— Sí, y son dos ganaderías que conozco. Sé lo que pueden dar y sé también lo que te exigen.
¿Con qué actitud llegas?
— Con la tranquilidad que te dan los diez años de alternativa. A todos nos hace falta el triunfo, claro, pero ya no siento esa necesidad urgente de cortar orejas como sea. Me centro en estar metido, en ser yo mismo. Y si vienen esas orejas —que son importantísimas—, que vengan por hacer el toreo que uno siente.
