A CONTRAQUERENCIA

"Juampedrada"


jueves 17 mayo, 2018

Ese jabonero tuvo clase, fondo, humillación, codicia, recorrido y fijeza, además de una preciosas hechuras, para trascender con fuerza en una plaza como la de Las Ventas

Ese jabonero tuvo clase, fondo, humillación, codicia, recorrido y fijeza, además de una preciosas hechuras, para trascender con fuerza en una plaza como la de Las Ventas

TEXTO: DAVID JARAMILLO / FOTO: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Confieso que me molesta y me duele cuando a un ganadero se le trata de forma despectiva porque una (o varias) de sus corridas no funcionan como el público lo espera. Creo que se puede hacer crítica y señalar defectos y virtudes por igual sin necesidad de desvirtuar el trabajo de una persona que ha decidido dedicar su vida a la crianza del toro, con mayor o menor suerte. Y hoy me alegro de que la «Juampedrada» se la haya dado el ganadero a los que estaban prestos a ensalzar cualquier desliz de su hierro en Madrid. Bastó un toro, «Ombú», para demostrar que en su finca del Castillo de las Guardas se sigue conservando una se las mayores fuentes de la raza que exige el toro moderno.

Porque ese jabonero tuvo clase, fondo, humillación, codicia, recorrido y fijeza, además de una preciosas hechuras, para trascender con fuerza en una plaza como la de Las Ventas, tan dura y exigente para un animal que se entregó como este. Y es que ahí radicó su grandeza, porque «Ombú» no vendió el peligro visual (y a veces latente) de la cara suelta, o de la incómoda movilidad a media altura y sin entrega que, muchas veces, se confunde con la «casta», al contrario, el buen «juampedro» acudió siempre presto a cada envite con el mismo celo, ritmo y calidad por ambos pitones, yendo a más, como lo hacen los bravos, exigiendo mando. Es decir, con deseo de combate franco y noble, que sube al tendido con una transmisión profunda y verdadera, sin «ilusionismos».

Por toros como «Ombú» es que se le exige tanto a una ganadería como la de Juan Pedro, porque ese es el tipo de toro que siempre se le quiere ver a este hierro cuando se anuncia y, cuando no sale, entonces es como si no valiera. Personalmente, me parece un milagro que un toro embista y, si además, lo hace con tantas virtudes, pues entonces sólo puedo emocionarme en la plaza y darle la sincera enhorabuena al ganadero, porque creo que hemos visto uno de los grandes toros de la temporada. Al tiempo…