Los toros de El Pilar, independientemente de sus posibilidades, ofrecieron un comportamiento variado, y las cuadrillas tuvieron que adaptarse a la distinta condición de los animales. Y de esa diversa conducta, afloraron dos capotes: el de Juan Carlos Rey, en el segundo, preciso para amortiguar la clase de animal, y el de Jarocho en el sobrero de Villamarta sexto, muy eficaz con un astado que hizo cosas feas de salida.
Además, el primero de la tarde estaba cogido con alfileres y en la lidia destacó la brega de El Víctor, muy templada, para no quebrantar la precaria fortaleza del animal.
Buena brega la citada de Juan Rojas al enclasado segundo, al que pareó con su brillantez habitual Juan Carlos Rey. El tercero, bravo y muy enrazado, se empleó en el caballo de Israel de Pedro, y puso en aprietos a Jarocho y Tito en banderillas, porque se arrancó tan pronto y tan fuerte que les ganó la acción a ambos subalternos.
En el quinto volvieron a destacar Juan Rojas y Juan Carlos Rey, pero esta vez, como es pertinente, con los papeles cambiados: Rojas con los palos y el colmenareño en la brega.
Y en el sexto, el nombre propio fue Jarocho, encargado de parar al sobrero, un toro de Villamarta de casi seis años, que hizo cosas de corraleado al principio y al que el torero de Huerta Del Rey atemperó primero, antes de dejarlo en manos de su jefe de filas, Víctor Hernández.
