El torero Juan Leal ha escrito una carta al presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, ante la votación de este 24 de noviembre en la Asamblea gala pidiendo libertad para evitar la prohibición de las corridas de toros como así lo pretende diputado antiespecista Aymeric Caron,.
La misiva de Juan Leal
Señor Presidente de Francia.
Usted siempre ha defendido la cultura que, según la definición de la UNESCO, “designa un conjunto de prácticas en las que una determinada comunidad humana expresa sus valores, su sensibilidad y, en definitiva, su identidad existencial».
Las comunidades del Sur de Francia comparten la pasión por el toro, midiéndose con él en espectáculos más o menos trágicos desde la Edad Media. Entre todas estas tradiciones, la tauromaquia representa un rito único y particular.
Dejaré voluntariamente de lado todas las razones sociológicas, ecológicas o económicas que bastarían para defenderla. Otros lo han hecho muy explícitamente y es sabido por todos que solo la tauromaquia asegura la existencia de la raza del toro de lidia, protege un ecosistema único y sustenta una economía agrícola y turística muy importante en nuestras regiones.
Me limitaré a hablar de mi condición de torero. Del compromiso que tengo cada tarde que toreo, poniendo en juego mi existencia y dándole sentido a mi vida y a la elevada idea de lo que representa para mi la palabra libertad. Viendo el amplio y desproporcionado debate nacido hace unas semanas sobre un proyecto de ley para prohibir las corridas de toros, es obvio deducir que no es fácil entendernos. Para los desconocedores de la tauromaquia, puede que la corrida sea hasta insoportable, y confundan entrega y crueldad, riesgo e inconsciencia. Y, en efecto, ¿cómo entender que matemos al toro cuando es el animal que más amamos y cuidamos con pasión y mimo durante cuatro años para al final llevarlo a una plaza de toros?
La respuesta brota sin balbuceo de la misma pregunta: ¿Qué me empuja cada tarde a jugarme la vida flirteando con la esencia misma de la condición humana y así reafirmar la superioridad de la vida sobre la muerte? No hay dudas de que esta es la clave de la cuestión, porque claramente es de eso de lo que se trata.
Por eso me dirijo a usted Señor Presidente, y a los que no quieren entendernos, y nos relegan al rango de bárbaros irresponsables. Nuestra pasión es legítima y está legalmente reconocida. Es la reafirmación de nuestra comunidad cultural y su derecho al respeto lo que se debatirá el próximo 24 de noviembre en la Asamblea Nacional Francesa.
Soy torero por pasión y convicción. A pesar de todo y de todos. Mi vida es cruzarme con la mirada de un toro bravo, con sus astas y con sus quinientos kilos de violencia salvaje cada tarde en el centro del ruedo. Debo domar esa amenaza, triunfar y transmitir mis sentimientos a los aficionados. De mi enfrentamiento con el toro surgirá una obra de efímera belleza, de increíbles arabescos que transformará en un conjunto de emociones a un público dispar pero unido en las gradas, testigo de que la tauromaquia es el último eslabón entre el ser humano y sus orígenes.
La sociedad que defienden nuestros enemigos no diferencia entre hombres y animales. Esta no es forma de respetar ni a los unos ni a los otros.
Lo que estamos pidiendo es la libertad de vivir nuestra vida de acuerdo con nuestros valores, nuestra sensibilidad y, en última instancia, nuestra identidad existencial. En esta legítima lucha espero, señor Presidente de la República, poder contar con su apoyo.
Reciba señor Presidente, la expresión de mi profundo respeto. JUAN LEAL