Y Juan Ortega eligió Illescas para hacer el toreo eterno. Fue frente al cuarto de esta tarde, un toro de Daniel Ruiz al que cuajó y con el que dejó instantes de maravillosa parsimonia.
Juan Ortega selló el toreo despacioso ante el cuarto, un toro bajo de Daniel Ruiz y de menor entidad que los anteriores, pero que ya en las sublimes verónicas del sevillano mostró que iba a tener clase. Tras la vara y los garapuyos, Ortega dejó un inicio de faena por ayudados por alto de maravillosa parsimonia, y de apasionada entrega fueron las tres primeras series, dos por la diestra y una al natural, con un cambio de mano de otro mundo. Muy importante Juan, que epilogó obra con otra serie de supremo temple, e incluso intentó una arrucina dado su nivel de entrega. Cuajó de principio a fin al toro. Y dejó una estocada corta que valió. Dos orejas.