BIOGRAFÍA

La biografía de un genio a caballo que puso en todo lo alto el rejoneo


sábado 7 abril, 2018

A pesar de que sufrió varios percances de seria consideración (como una lesión en el brazo), Ángel Peralta consiguió estar en activo hasta los 65 años de edad.

A pesar de que sufrió varios percances de seria consideración (como una lesión en el brazo), Ángel Peralta consiguió estar en activo hasta los 65 años de edad.

REDACCIÓN

Caballero rejoneador español, nacido en Puebla del Río (Sevilla) el 18 de marzo de 1926. Es hermano de otro de los toreros ecuestres más relevantes de este siglo, Rafael Peralta Pineda.

Nacido en el seno de una rica familia campera, Ángel Peralta se crió desde niño entre caballos y reses bravas, disponiendo, además, de amplias dehesas en las que pudo foguearse tan pronto como sintió su prematura afición al planeta de los toros. De esta manera, apenas contaba diecisiete años de edad cuando, después de haber probado en el campo el alcance de su valor y el dominio en la doma de su recua, Ángel Peralta debutó en la pequeña plaza sevillana de La Pañoleta. Este precoz debut, que tuvo lugar el día 21 de febrero de 1943, tuvo una segunda edición en dicho coso dos años más tarde, el 19 de febrero de 1945; a partir de esta fecha, Ángel Peralta inició en firme una seria trayectoria como rejoneador que le llevó, al cabo de tres años, a la mismísima plaza Monumental de Las Ventas (Madrid), meta soñada por cualquier torero que pretenda alcanzar el grado de «figura».

Se presentó, en efecto, ante la primera afición del mundo el día 19 de abril de 1948, para dar lidia y muerte a un astado de la ganadería de Molero. Completaban el cartel de aquella tarde tres toreros de a pie, que se enfrentaron a un encierro del hierro de doña María Sánchez Muriel: el toledano Pedro de la Casa García («Morenito de Talavera Chico»), Rafael Yagüe y el sevillano Antonio Chaves Flores. Desde aquel día, Ángel Peralta ha ocupado los puestos cimeros del escalafón de caballeros rejoneadores, sin dejar de encabezarlo en ninguna temporada, ya sea por el número de festejos lidiados, ya por el arte y el oficio derrochado en cada una de sus intervenciones. Puede afirmarse sin temor a exagerar que se trata de una de las figuras indiscutibles del toreo de este siglo, como lo prueban la intensidad de su larguísima carrera taurina y el sinfín de novedades que ha aportado a la lidia ecuestre. Sus triunfos, cosechados durante una fértil trayectoria que se prolongó hasta los postreros años de la década de los ochenta, perfilan un denso palmarés imposible de detallar en el breve término de este artículo. Empero, es cuanto menos obligado reseñar el éxito que alcanzó en Abarán (Murcia) el día 12 de octubre de 1969, cuando, en presencia y compañía de su hermano Rafael, desorejó y cortó los rabos a cuantas reses toreó y mató (reses que pertenecían a la propia ganadería de los Peralta). Asimismo, fue memorable su actuación el plaza de la Real Maestranza de Sevilla en el transcurso de la Feria de Abril de 1979, donde, ya con cincuenta y tres años de edad, se llevó el trofeo que le reconocía como el máximo triunfador de aquel año.

A pesar de que sufrió varios percances de seria consideración (como una lesión en el brazo que arrastró durante muchos años, y que le obligó a cortar la temporada de 1967), Ángel Peralta consiguió estar en activo hasta cerca de los sesenta y cinco años de edad. Una buena muestra de que su vocación y sus facultades parecían inmarcesibles se refleja en el hecho de que en la temporada de 1985 interviniera en setenta tres festejos, y en cuarenta y siete en la de 1986, en la que cumplió sesenta años.

El 19 de mayo de 1990, cuando lidiaba reses pertenecientes a su propia divisa en la granadina población de La Zubia, fue derribado del caballo y aplastado en la caída por su propia montura, lo que le produjo lesiones de mucha gravedad. A partir de entonces, este singular ejemplo de torero longevo sólo ha vuelto a rejonear en festivales y festejos menores.

Entre las ya aludidas aportaciones con que Ángel Peralta ha enriquecido el noble Arte del Rejoneo, resulta obligado destacar que fue el primero en clavar banderillas por el lado izquierdo, en poner banderillas cortas a dos manos y en dejar el caballo suelto a la hora de acudir a embroque; también inventó la suerte de la rosa, el poner un par de banderillas cambiado por la espalda, el arrodillar al caballo para citar andando así al toro, el obligar a la montura a dar un salto para clavar justo en el momento de la caída, el hacer la pirueta inversa al galope en la cara del toro, el obligar al toro que cambie de mano, moviendo en zigzag el caballo, etc.