Hablar de Jesulín de Ubrique es referirse a un icono mediático de la España de los años 90, a un torero que llenó plazas en una época en la que el número de espectáculos creció como la espuma en nuestra piel de toro. Un matador que, pese a subirse al carro televisivo fuera de los ruedos, demostró unas condiciones innatas para el toreo. El de Ubrique destacó por unas cualidades técnicas muy depuradas como el temple y el mando, que le permitieron triunfar durante varias temporadas ante toros de diferente comportamiento. Aunque no contó con el respaldo de parte de la crítica, encontró en el gran público ese apoyo que le faltaba en muchas ocasiones.
Jesulín rompió con los clichés establecidos y con esas normas no escritas que, de algún modo, encorsetaban el espectáculo. Su actitud rebelde caló profundamente en un sector de la población que lo seguía con fervor allí donde actuaba. Un auténtico fenómeno de masas que, el 7 de octubre de 1994, llevó su particular devoción por el público femenino a la plaza de toros de Aranjuez, donde protagonizó una corrida insólita que aún hoy se recuerda. Bajo el lema “Homenaje a la mujer”, el diestro gaditano toreó en solitario siete toros de la ganadería de Peralta ante más de 9.000 mujeres, en un festejo gratuito y exclusivo para ellas.

La corrida fue una mezcla de euforia colectiva, pasión y adoración desmedida por su ídolo. Lo narraba con precisión Amelia Castilla en las páginas de El Mundo horas después de la finalización del festejo: “Cada toro lidiado acababa con decenas de jóvenes invadiendo el ruedo para besar al torero, lanzarle claveles, bragas, panes, peluches, e incluso un gallo de pelea y un bebé, que rompió a llorar en brazos del asombrado matador. Tal fue la locura de sus seguidoras que la policía tuvo que intervenir para proteger al torero, que salió como entró: a trompicones”.
Jesulín siempre defendió aquel festejo como un gesto de agradecimiento hacia el público femenino que lo apoyaba por toda España. “Yo lo hice por ellas, porque veía que me apoyaban y me seguían muchísimo”, declaró años después. Aseguró no haber cobrado por torear, sino únicamente por los derechos de imagen televisiva: “Compraba la corrida, alquilaba la plaza, corría con todos los gastos. Toreaba siete toros por tarde. No iba a pasearme, se me exigía una barbaridad”. La corrida fue emitida en directo por Antena 3, generando una notable controversia entre los puristas del toreo.

Más de 30 años después de aquel festejo narrado por Matías Prats Cañete, La Sexta recupera esa icónica tarde el próximo domingo a las 21:35 horas en un nuevo capítulo del programa Anatomía de, presentado por Mamen Mendizábal, repasando el contexto y la repercusión de una corrida que sigue dividiendo opiniones décadas después. Entre la anécdota y el fenómeno social, el evento “solo para mujeres” se convirtió en uno de los capítulos más llamativos —y mediáticos— del toreo contemporáneo. Como dijo el propio Jesulín en Diez Minutos: “Las mujeres son lo más bonito que ha creado Dios”.
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El 14 de septiembre de ese año 94, el gaditano ya había batido un récord histórico al alcanzar esa tarde las 122 corridas de toros: superó en Albacete la marca de El Cordobés como el torero con más actuaciones en una temporada. Lo hizo compartiendo cartel con Joselito y Finito de Córdoba, aunque aquella jornada —para la anécdota y el escándalo— dejó un toro vivo en el ruedo, actitud muy criticada por la prensa de aquella época.
El fenómeno Jesulín ya se encontraba en plena ebullición mediática, y la corrida femenina de Aranjuez no hizo más que disparar su popularidad y consolidar su imagen de ídolo pop entre adolescentes y públicos poco habituales en los tendidos. Pero ese fenómeno no se detuvo en la localidad madrileña de Aranjuez: en 1995, Jesulín repitió la experiencia en distintas plazas de la geografía española, como Granada o El Puerto de Santa María, entre otras, donde reunió a unas 14.000 mujeres en un recinto lleno a rebosar.
Más allá del alboroto y el desfase —lanzamiento de sujetadores y bragas incluido—, aquellas tardes marcaron una etapa mediática sin precedentes en la historia del toreo, fusionando iconografía pop, devoción taurina y marketing emocional. Incluso Madonna, en plena fiebre por el torero gaditano, declaró: “Espero gustarle y quizás me dedique una corrida”. El videoclip conjunto nunca se realizó: finalmente lo protagonizó Emilio Muñoz.
