«No hay
mecida más torera que la de la Caridad baratillera”, rezaba cada Miércoles
Santo Rafael Palacios, capataz de la
célebre Hermandad sevillana. Es, junto a la de San Bernardo, la Hermandad más
torera de cuantas pisan las calles de Sevilla. Por ubicación y por compromiso
«El Baratillo” hace cada Miércoles Santo el primero de los paseíllos
maestrantes. Sin el Maestro Tejera,sin silencio expectante, sin tendidos de Feria y sin ternos dorados cruzando el
anillo, pero con el ímpetu por trenzar el único y más importante de sus paseos
hacia la Catedral hispalense.
Sumergiéndonos
en la historia de esta señera Corporación del Miércoles Santo nos encontramos
con que los rasgos taurómacos se encuentran bien cimentados en su pasado. A
partir de su fundación en pleno siglo XVII la Cofradía ha mantenido su vínculo
con la Fiesta, y no sólo porque su Capilla esté ubicada en pleno Arenal, sino
porque «en las filas” de su patrimonio humano, que es el más valioso de un
conjunto cofrade, numerosos han sido y son los profesionales de oro y plata que
han trenzado el paseo penitencial.
Desde Pepe-Hillo, el cual donó varias imágenes
para conformar el conjunto de titulares de la Hermandad, entre ellas una talla
dieciochesca de San José atribuida a Montes
de Oca; Manuel Benítez «El Cordobés”o Antonio Ordóñez, el cual compartía
esta devoción con la Hermandad de la Esperanza de Triana, de la que ahora Francisco Rivera Ordóñez es miembro
activo; «Chamaco” o más en líneas
actuales Manuel Díaz «El Cordobés”,
vinculado estrechamente a la vida de Hermandad de la misma, incluso toreando en
beneficio de la acción caritativa de ésta o donando un terno particular para
confeccionar una saya a la dolorosa; José
Antonio «Morante de la Puebla” y especialmente Manuel Jesús «El Cid”, diestro comprometido profundamente con la
vida cofrade de la Corporación a lo largo de todo el año.
Pero si de
una devoción ligada a una historia familiar ha de hacerse mención esa es la
mexicana de los Silveti. El rey David Silveti regaló un terno de torear
a la Virgen de la Caridad para confeccionar una saya de salida el mismo día que
torearía en La Maestranza, puesto que la promesa de debutar en Sevilla le había
sido concedida. Sus antepasados también mostraron especial predilección por la
Cofradía baratillera, caso del abuelo de la saga, El Tigre de Guanajuato. El último en formar parte de las filas de
la Piedad y la Caridad es Diego Silveti.
Otra de las
particularidades más curiosas de la Corporación se trata del llamador del Paso
de palio de María Santísima de la Caridad, un diseño rompedor y, sobre todo,
muy taurino. En el mismo puede observarse a dos ángeles sosteniendo el propio
martillo, compuesto por un capote de paseo, y uno de los ángeles porta en su
cabeza una montera. En el centro está situado el escudo corporativo de la
Cofradía del Miércoles Santo.
Además, cada
vez que el ocaso se apodera de la temporada, la Hermandad organiza una
Eucaristía a modo de acción de gracias por la pasada campaña. También se
encuentra, de este modo, hermanada con la Real Maestranza de Caballería, por lo
que a ésta le pertenecen dos varas en la Estación de penitencia.
Asimismo, cada
Miércoles Santo las filas de nazarenos que compondrán el cortejo procesional se
forman en el mismo albero de la Real Maestranza, por lo que los nazarenos son
los primeros en pisar, cuatro días antes de Resurrección, la arena maestrante
de los valientes. Todo huele a torería en la Hermandad del Baratillo.