Plaza de Toros de las Ventas, Madrid, novillada con picadores, tercer festejo de la temporada venteña para, Mario Alcalde que vuelve a Madrid tras siete años. El extremeño José Rojo, que dejó buenas sensaciones en sus actuaciones del año pasado en esta misma plaza y Juan Carlos Domínguez cierra el cartel, llega a esta cita tras su reciente triunfo en Olivenza, cortando dos orejas a un novillo de Alejandro Talavante. Se lidian novillos del Conde de Mayalde, que sustituyen a la anunciada en principio de Sánchez Herrero, la ganadería toledana está en un gran momento, lidiando importantes festejos allá donde se anuncia.
Mario Alcalde no acusó el parón, el novillo sí su falta de fuerza
Hace más de seis años que Mario Alcalde no pisaba este ruedo, de hecho, han sido varias temporadas en blanco del conquense que, sin embargo, no pareció acusar el parón por el digno sitio que mostró ante un novillo serio de Mayalde, que tuvo clase y buena intención de tomar las telas con codicia, sin embargo, la falta de fuerza lastró cualquier posibilidad de que la faena cobrará fuerza. Alcalde se entonó con ritmo en las verónicas del saludo y jugó con variedad en las rogerinas para llevar al Mayalde al caballo. Pero en la muleta las caídas se repitieron e imposibilitaron cualquier lucimiento. Mario lo intentó con pulso y suavidad, pero poco más pudo hacer.
José Rojo llama la atención con una faena intermitente
La falta de fuerza del apartado como segundo obligó la salida del pañuelo verde cuando el novillo ya embestia tras los palos en el segundo tercio. José Rojo corrió turno para que saliera el quinto, un novillo que se movió con ritmo en el capote del cacereño, aunque sin humillación. Cumplió en varas y persiguió en banderillas, tónica que mantuvo en los primeros compases con la muleta, en los que pareció sacar su buen fondo de raza, metiendo los riñones en los buenos doblones del cacereño, que ligó unas primeras series intensas, tanto por la autoridad y el temple que imprimió, como por la transmisión con la que respondió el buen Mayalde. Mejor aún al natural, con gusto y sentido. No obstante, el tono bajó mediada la faena, cuando el novillero se vio sorprendido por la prontitud del Mayalde, pero unos buenos muletazos por bajo, preparando la muerte, volvieron a poner al público de su parte. La espada, de lento efecto, evitó el premio, que finalmente quedó en una ovación tras aviso.
Carlos Domínguez pasa de puntillas en una faena sin historia al tercero
No tuvo mal aire el tercero, un salpicado de bonita estampa que acudió con nobleza y calidad a las telas de Carlos Domínguez, pero ro que necesitó de una muleta enjundiosa que le imprimiera la chispa que le podía faltar al novillo. Quizá por eso, tras un académico saludo capotero, Domínguez se echó de rodillas muleta en mano para, en los medios, cambiar el viaje del obediente novillo y tratar de conectar arriba. Sin embargo, la labor de Carlos no terminó de tener una sensación de conjunto, con muletazos serios, algunos más sólidos y templados que otros, pero ausentes de fibra, de esa emoción que hace que todo cale con fuerza. Y eso que el novillo lo permitía. Por eso, tras la espada, todo quedó en silencio.
Ovación a la raza de Alcalde a pesar de la dura voltereta
Se disponía Mario Alcalde en los tercios a iniciar por estatuarios su labor de muleta ante el cuarto, al que lanceó con sobriedad en los primeros tercios, pero el novillo, que embistió recto en el capote, no obedeció al toque y se llevó por delante al novillero en una voltereta tan aparatosa como violenta. Si bien, no parecía haberle metido el pitón, el sólo golpe ya era para temer consecuencias peores. Alcalde, visiblemente afectado y sin la chaquetilla, volvió a la cara del animal para pasarlo con aseo mientras intentaba recuperar sensaciones. Con el público metido en la faena, dada la mermada condición del novillero, Mario se asentó en una serie de naturales de buena factura, pero no consiguió mantener esa misma solidez y continuidad en las tandas que vinieron, por mucho que dejara muletazos sueltos de buen corte. Mató bien y los pañuelos asomaron, pero no fueron suficientes para el trofeo. Su camino a la enfermería fue largamente ovacionado.
El sobrero de Villamarta no dio opciones a Rojo
Si hubo quinto malo. Y es que el sobrero de Villamarta que salió de en quinto turno no tuvo, ni de lejos, el buen fondo que hasta ahora ha mostrado la novillada de Mayalde. Este, con hechuras de toro y comportamiento de viejo corraleado, sabía lo que se dejaba a su paso, nunca embistió dos veces igual y siempre se dejó una bala en la recámara. Ya fue suelto en el capote, y en la muleta repuso con sentido, sin dejar ninguna opción al lucimiento de José Rojo, que lo intentó por ambos pitones sin más posibilidades que la de matarlo por derecho como lo hizo, con un estoconazo de libro, antes de que todo quedara en silencio.
Silencio para Domínguez con el más deslucido Mayalde
Echó las manos por delante el ofensivo sexto en el capote de Domínguez, un novillo que fue ovacionado po su seria cornamenta, pero que no tuvo la clase que sí tuvieron sus hermanos de camada. Tampoco en la muleta, en la que derrotó con violencia y soltó derrotas a su paso, enganchando las telas y cortando el viaje cuando las alcanzaba. Así, Carlos Domínguez no consiguió ordenar una faena deslucida y a trompicones, por mucha voluntad que pusiera en su sobria propuesta, quedando todo en silencio.
FICHA DEL FESTEJO
Madrid. Plaza de Toros de Las Ventas. Alrededor de un cuarto de entrada. 6566 espectadores.
Novillos de Conde de Mayalde. Serio en su presencia, pero blando y soso fue el primero, devuelto el segundo por flojo, se corrió turno, salió el quinto.
Mario Alcalde (Blanco y Oro): Ovación y Ovación
José Rojo (Berenjena y Oro): Ovación tras aviso y Silencio
Carlos Domínguez (Verde Esmeralda y Oro):Silencio y Silencio
