SEVILLA

El mítico toro ‘Ligerito’, al que Morante cortó el rabo, sigue ‘cubriendo’ vacas: le cortaron las turmas


viernes 3 noviembre, 2023

"Ligerito", de Domingo Hernández, fue un toro de gran bravura lidiado en el coso del Baratillo el pasado 26 de abril.

Ligerito
El toro "Ligerito" de Domingo Hernández. © Toromedia

Ocurrió el pasado 26 de abril en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, en dicho ruedo José Antonio “Morante de la Puebla” se encontró con “Ligerito”, un animal herrado con la G de Garcigrande pero propiedad de Concha Hernández, hermana de Justo Hernández. Un animal que ya gustó en los corrales por estar siempre descolgado, algo que siempre es buena señal, demostrando luego en el ruedo una entrega y un ritmo especial.

Fue la sublimación de lo eterno por la forma de proponer, de trazar, de sentir y de ralentizar al máximo cada uno de los lances de capote y posteriores muletazos. Y de gobernar las embestidas de un toro bravo, escribía nuestro compañero Javier Fernández-Caballero el pasado mes de abril. “Ligerito” de nombre, número 82, de 515 kilos de peso, nacido en diciembre del año 2018 y en cuarto lugar el citado miércoles. Un animal de gran codicia que fue poco a poco rompiendo gracias al buen hacer del torero de La Puebla del Río.

«Ligerito», un toro bravo que sigue teniendo desdencendia

Ligerito Domingo Hernandez
El toro «Ligerito», de Domingo Hernandez, en los corrales de La Maestranza. © Arjona -Pagés

Al igual que pasara con otros toros en esta temporada sevillana, su ganadera decidió cortarle los testículos para poder perpetuar su linaje en la ganadería de Domingo Hernández, desde la partición familiar propiedad de Concha Hernández. Un ejemplar único, un bravísimo astado que honró sin duda al creador de esta mítica casa- pudiese seguir procreando en la ganadería charra gracias a la inseminación artificial.

Todo comienza por acudir al desolladero instantes después de ser arrastrado el animal y extraerle los testículos, lugar donde se encuentran las turmas -glándulas reproductivas del toro bravo-. Éstas deben ser inmediatamente introducidas en una bolsa con hielo para mantenerlas en baja temperatura hasta ser metidas en un congelador donde mantener la temperatura bajo cero. Tras ello, es el momento en el que los veterinarios añaden varios elementos líquidos de conservación a los propios testículos para, posteriormente, extraer las pajuelas de semen de las citadas turmas.

Estas pajuelas deben conservarse en unos contenedores de nitrógeno líquido a 270 grados bajo cero, los cuales sirven para mantener intacto el semen, que puede estar incluso años sin usarse hasta que el ganadero decida inseminar a una hembra. Según los expertos de cada pajuela se puede inseminar entre 60 y 100 vacas, de ahí la importancia de mantener dichas pajuelas a la temperatura correcta.

Y Morante reventó la historia…

Morante
Morante recoge el rabo en La Maestranza. © Eduardo Porcuna

La tarde no tenía respiro, al magno toreo de capote vivido en el primer y tercer capítulo, se le unió un compendio de torería por parte del cigarrero. Un espada que tocó prácticamente todos los palos habidos y por haber en el toreo de capa. Se durmió en unos lances a la verónica donde volcó su cuerpo según pasaba el animal. Los faroles iniciales tuvieron reminiscencias de principio de siglo. Chicuelinas, tafalleras, delantales… todo un compendio de suertes que Morante ejecutó con su personalísimo toreo. El de Domingo Hernández, pese a embestir con franqueza y humillación, pedía una muleta firme y un corazón de acero. Morante lo cuajó de principio a fin en una obra donde consiguió reducir la brava y codiciosa embestida de un toro de alta nota. Lo pulseó por el lado izquierdo para que el animal agarrara aún más celo y entrega. A derechas lo llevó largo, siempre vaciando el muletazo tras la cadera ante un toro que hizo honor a la sangre que le corría por las venas.

Un animal de gran exigencia, por la forma de tomarla por abajo. Valentísimo estuvo aguantando esa embestida que antes del embroque estaba clara. El toro, agradecido siempre, tomó la pañosa de un espada que tiro de bragueta para aguantar esa embestida muchas veces por dentro. Molinetes, trincherazos, pases por alto… todo con un gran sentido del temple. Se arrebujó con un toro bravo de verdad en un trasteo que ya queda guardado en los anales de la historia del toreo. Un compendio de torería, tanto de capote como de muleta. Y encima lo estoqueó por arriba, como se matan los toros bravos. La plaza era un hervidero, los pañuelos parecían palomas revoloteando por la plaza. Luque Teruel no podía ir en contra de una masa que había vivido algo histórico. Faena de rabo y vuelta al ruedo para un “Ligerito”, ese que gracias a su bravura y al buen hacer de su matador acabó rompiendo en un toro de premio.