El siguiente hecho ocurrió el pasado 23 de julio en la plaza de toros de Roquetas de Mar: Alejandro Talavante, Emilio de Justo y Andrés Roca Rey trenzaban el paseíllo con una corrida de la familia Fraile, concretamente con los hierros de Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto. Una tarde donde los dos extremeños saldrían en hombros tras cortar dos y tres orejas respectivamente, en una tarde donde la espada se llevó el triunfo del peruano.
Pero la polémica vino en el cuarto de la tarde, tras una faena de guante de seda de Alejandro Talavante el palco no concedió una segunda oreja pedida de forma unánime por los tendidos que casi llenaban el coqueto coso almeriense. Una obra de gran importancia por el animal que tenía delante, donde Alejandro pudo expresarse creando una faena de difícil calificación por no estar estar sustentada por unos cánones establecidos y sí llena de improvisación.
Una faena que contamos de la siguiente manera: Al cuarto lo recibió Talavante con dos faroles y una buena serie de verónicas de mano baja. Para comenzar la faena con la pálida, Talavante se pasó al toro por la espalda de rodillas en dos ocasiones para ponerse a torear al natural sin más probatura. Con la diestra dejó los mejores muletazos, enroscándose al toro a la cintura y rematando abajo. Manoletinas para rematar y un espadazo a cámara lenta. Oreja con petición atronadora de la segunda, Talavante le ofrece unas gafas al presidente que se encara. Talavante dio dos vueltas al ruedo con su oreja tras ser abroncado el palco.
Nadie podía comprender como la faena no era premiada como merecía. Alejandro miraba atónito al palco mientras el presidente se mantenía en sus 13 de no sacar un segundo pañuelo blanco tras una faena que bien podría valer el rabo del animal. Allí nadie entendía nada de los que estaba pasando. Una vez arrastrado el animal, Talavante recogió la oreja y saludó al presidente como es preceptivo, pero haciendo constar su malestar.
El extremeño acabaría dando tres vueltas al ruedo ante una plaza entregada. En una de ellas la alguacililla salió al tercio para entregarle una nueva oreja ¿Había rectificado el presidente? No, simplemente el propio espada le explicó a la joven que el pañuelo no tenía que ver con la concesión de otro trofeo más, sino que al terminar la vuelta al ruedo el presidente había decidido dar suelta al quinto de la tarde para evitar un bochorno aún mayor.
Pero ahí no quedó todo, instantes después y antes de entrar de nuevo al callejón, Alejandro alzó su brazo derecho y le enseñó unas gafas al presidente, un gesto similar al que en su día le hiciera José Antonio Morante de la Puebla en Alicante, curiosamente una tarde donde también actuaba el espada pacense. Aquella tarde también fue premiada con una oreja una gran faena a un toro de Zalduendo, por eso tanto el extremeño como el sevillano quisieron hacer constar su malestar de esa forma tan particular.
Al final, a Talavante, con o sin gafas, salió en volandas en una tarde donde el presidente quiso convertirse en protagonista de un festejo donde los que deben tener los focos son los toreros y los ganaderos. Un gesto, el de un torero que le dejó claro su mensaje: “Póngase estas gafas porque parece que usted no se enteró usted de nada”. Un mensaje que dio para largas tertulias tras la corrida y ríos de tinta en redes sociales.