Javier López-Galiacho Perona, albacetense, doctor en Derecho y profesor titular de Derecho Civil en la URJC de Madrid, autor del libro “De frente, en corto y por derecho (ensayo de una tauromaquia para el liderazgo personal y empresarial)”, presidente del Círculo Taurino Universitario don Luis Mazzantini, creador del Premio Nacional Universitario en Tauromaquia “Joaquín Vidal”, mantiene una columna semanal en La Tribuna de Albacete bajo el título de “La Clá”.
Con 7 años y sentándose en un tendido de la plaza de Albacete, entendió de que la lidia del toro de la vida era una cosa muy seria.
Desde hace años va advirtiendo en charlas y presencia en programas de televisión y radio, que España se está destaurinizando de forma progresiva e irreparablemente.
¿Cómo hemos llegado a esta situación de destaurinización del país y de la sociedad?
España, como llevo hablando hace años, ha dejado de ser taurina. Interesadamente se la ha destaurinizada por los unos y por los otros, y esta es la peor noticia
Por una parte, la sociedad española se ha ido alejando, por muchas razones sociológicas que darían para una tesis doctoral, de la Fiesta como un espectáculo de masas.
Por otro, el avance descarnado y descarado del animalismo, mejor dicho, del mascotismo, que está invadiendo el mundo, propiciado por la soledad en la que está inmerso el ser humano e impulsado por millones de dólares detrás del negocio o industria de los animales de compañía.
Pero no me quedo aquí, porque la desafección de España con la Fiesta ha sido también impulsada desde la política. Zapatero, recordemos, se carga los toros de TVE, obligando a un apagón informativo sobre la materia y prohibiendo desde el consejo de administración del ente televisivo las retransmisiones taurinas. Alegaban que agredía la infancia. Sí, en esa misma televisión que permite en sus telediarios niños mutilados o que te emite en semidirecto los atentados de las mezquitas de Australia. Sin olvidar que en Cataluña cuando la Generalidad estaba presidida por un socialista como Pepe Montilla, por cierto, buen aficionado, dejó libertad de voto a sus diputados para alinearse con el cierre de la plaza Monumental y pegarle el hachazo a la Fiesta en uno de sus troncos fundamentales: Barcelona.
Yo nací en los años sesenta y he sido plenamente consciente de cómo hemos pasado de un país taurinizado a una España destaurinizada. Fui niño merendando con corridas en la TVE desde Castellón a Jaén, quiero decir de marzo a octubre.
Era un niño de peluquerías, donde se hablaba de toros, de tiempos de espera en consultas médicas ojeando revistas taurinas como “Aplausos” (aun felizmente entre nosotros) o la mallorquina “El mundo de los toros”.
De ir a bares con la corrida en la televisión de fondo, con carteles enormes en los cristales, con cabezas de toros y fotos de toreros en las paredes, mientras que señores mayores hablaban de toros.
Jugué al toro en plazas de mi ciudad, Albacete, haciendo unas veces de torero y otras de toro. Fui universitario en Madrid sacando entradas en largas colas en una calle de la Victoria, hoy despersonalizada, desconocida, calle antes tan taurina, ahora llena de locutorios y tiendas de chinos.
Era un niño que hacía (¡solo!) hasta siete horas de cola en las taquillas de Albacete para sacar cuatro andanadas de sol. Fui adolescente de tertulias taurinas a reventar al acabar la corrida (Navalón, Molés, Carlos de Rojas, Manolo Vidal, Alejo García con Matías Prats, etc.).
Todo eso ha desparecido de mi país y es un síntoma de que la Fiesta ha sido arrinconada. Si a todo eso le unes que estamos haciendo una sociedad donde importa más el perro, el animal, que el anciano, la persona, el coctel es letal para un futuro muy negro del toreo.
¿Por qué Roca Rey, siendo el Cristiano Ronaldo del toreo, puede pasearse tranquilamente por la Gran Vía madrileña sin que apenas pocas personas se paren a saludarle?
Ya que sacas a Roca Rey, te voy a responder con esta anécdota. El otro día hice un guiño retórico en la Real Academia de Doctores para homenajear al embajador de Ecuador allí presente, que es un taurino de hueso colorado, como allí se dice, gran aficionado y buen ganadero, Cristóbal Roldán que tiene lo de Peñas Blancas, y utilicé el nombre de Roca Rey y los académicos, muchos de ellos, me miraban como si les estuviera hablando de un artista ruso de iconos. ¡Ni idea y eso que es la figura de nuestro tiempo! Es tremendo. Solo mira lo que fue la conmoción social del entierro de Joselito en 1920 por las calles de Madrid o el de Paquirri en Sevilla en 1984 y compáralo con la discreción del sepelio del pobre Victor Barrio o del bravo de Fandiño. Pero mucha culpa la tienen los toreros que han desaparecido de los medios de comunicación, se han refugiado tras la barrera de las redes sociales, se visten en hoteles a las afueras de las ciudades, llegan a las plazas en grandes furgonetas como estrellas del rock, sin apenas roce con la sociedad. No tiene nada o poco que decir. El torero en mis tiempos eran mitos. Recuerdo la salida de los hoteles taurinos de Albacete de toreros como mi admirado Dámaso, Robles, Capea o Manzanares. Les esperábamos en las escaleras de los hoteles para tocarles, firmarnos autógrafos. O el mismo Paquirri yéndose un día a pie por la calle de la Feria hasta la plaza de Albacete, detrás del pasacalle musical taurino. Y qué decirte de aquel roce entre Palomo y el grandísimo Paco Camino en el programa de TVE de José María Iñigo, al día siguiente 20 millones de persones estaban hablando de ello en España.
Roca Rey es un figurón del toreo, pero no es un fenómeno social como fue el mismísimo Cordobés, que fue nuestro torero más internacional de todos los tiempos pasados, presentes o futuros. El torero de hoy, insisto, puede ser figura de la tauromaquia, pero no un personaje social. Eso ya pasó, aunque nos pese. Solo salimos en los medios de comunicación cuando hay una muerte o lo terrible cornada de Julio Aparicio que impacto visualmente tanto que los niños identifican torero con aquella imagen dantesca del pitón saliendo por la boca.
¿Cree que, a medio plazo, esto podría tener solución? ¿Esa solución pasa por el ámbito político o por el social? Me explico: ¿pasa porque el sistema político, independientemente de ideologías, se conciencie de la importancia del toreo y lo promocione o, por el contrario, porque un fenómeno del toreo –caso de Roca Rey- revolucione totalmente la sociedad?
Revertir la situación social del toreo en España es casi imposible a no ser que se diseñe una estrategia, pero creo que ésta ni está ni se la espera. Falta mucha cabeza en el estamento taurino y sobra palillo, caña y mejillón. El objetivo debería ser que logremos que nos dejen tranquilos como aficionados, que al sector taurino se le permita organizar en libre competencia corridas y muchos festejos mayores, que vuelvan los toros a emitirse en abierto y no solo de pago, que las emisoras convencionales como la SER no den la puntilla a programas taurinos como se ha hecho en la COPE (ni más ni menos) o en Onda Cero, que los ayuntamientos promocionen los festejos taurinos menores y mayores como seña de identidad de sus fiestas, y que TVE se preocupe de los toros, tiene una obligación por la Ley de 2013. La Fiesta necesita buenos aficionados que la impulsen en la política. Decía el gran KHito que a España le ha faltado un ministro taurino, y es verdad. La otra noche oía en la SER de Molés y de mi querido Gonzalo Bienvenida a un concejal de Bilbao, Alfonso Gil, responsable de la plaza, y me quedé con la boca abierta de estar por primera vez en muchos años a un político muy bien aficionado. Eso es lo que necesita la Fiesta, responsables políticos que amen, que cuiden la tauromaquia. Ahí está el alcalde de Albacete, Vicente Casañ, que fue crítico taurino, y de los duros. Seguro que cuida la plaza y la feria taurina. Creo que ahora necesitamos a responsables políticos aficionados que fomenten la tauromaquia en sus ámbitos locales, autonómicos y estatales, y luego a fenómenos taurinos como Roca Rey que llenen las plazas de los pueblos y capitales.
¿Cómo trabajar todo esto desde las Escuelas Taurinas?
En un primer momento fui contrario a las escuelas porque me parecía que funcionarizaban el futuro de la Fiesta, al entender que lo mejor de la Fiesta había salido del genio, del talento, de la calle, de la necesidad de hambre, y no de la escolarización de un oficio tan poco dado a lo funcionario como el toreo. A Paco Camino, el que mejor he visto torear, no piso una escuela taurina. Paquirri era vaquero. Dámaso era lechero. Pepe Luis Vázquez salió del matadero de Sevilla. Pero con el tiempo, me he dado cuenta que las Escuelas son centros de alto rendimiento del toreo, son santuarios de valores para muchos chicos de la calle que hoy andan desnortados. A mí me impresionó un día que me invitaron a la Escuela Taurina de El Batán a darles una conferencia sobre valores, ética y tauromaquia a los chicos, y me dejaron ellos a mí con la boca abierta. Llegaron a esa joya que nunca debemos perder de El Batán con la mochila al hombro, con sus móviles. Al maestro Rafael de Juliá le dieron los avíos tecnológicos a la vez que él les daba un capote. Nunca olvidaré el respeto con el que saludaron al maestro, y qué decir cómo me atendieron en mi charla. Se me saltaron las lágrimas. Había llegado al Monte Athos del toreo. Seguramente no llegarán a figuras, pero los han hecho hombres para la vida. Impresionante labor.
¿Cómo acercar la Fiesta a las escuelas y colegios públicos?
Una vez, en el I Congreso mundial de tauromaquia que se celebró en el Teatro Circo de Albacete (por cuya recuperación tanto luché), se me ocurrió decir que los toros debían acercarse a las escuelas y viceversa. Un partido animalista pidió mi cabeza al Congreso por resultar tremendo para ellos que un profesor titular de universidad pública pudiera decir tales cosas. Yo cuento siempre la siguiente anécdota sobre este necesario acercamiento que es real. En los años setenta y en mi Colegio Salesiano de Albacete tuve un profesor de primaria, Severiano Landete, por cierto, buen portero del Albacete Balompié, que paraba las clases para subirnos a la televisión en blanco y negro del comedor para que viéramos las corridas de toros que daba la Televisión Española y explicarnos la vida a través de lo que veíamos en la pantalla.
¿Te imaginas lo que harían hoy si alguien se atreviera a hacer lo mismo?: como mínimo le abrirían un expediente y lo siguiente quemarlo en la plaza pública.
Cuando veía las declaraciones de ciudades amigas de la tauromaquia entre 2012 y 2015, siempre pensaba que a ver si tienen narices los políticos y un día consiguen que los colegios abran sus puertas a la Fiesta. El toreo es una escuela de vida, de superación, ahí está Padilla, ejemplo mundial de resiliencia, que fue portada del New York Times. Yo pasearía a Padilla por todas las escuelas de España, como a Irene Villa. También a Paco Ureña, que nos acaba de dar una lección de superación.
Necesitamos valores en esta España desnortada y desorientada, y el toreo tiene varios ejemplos para centrar el eje axiológico de este país. ¿Han visto lo del torero Pedro Marín en huelga de hambre por tener un puesto en la Feria de Albacete? Yo no he visto a nadie en huelga de hambre para ser bombero o notario…Eso solo lo da el toreo. El ultimo oficio romántico. Y lo estamos perdiendo, desgraciadamente.
Los pueblos tienen mucho que ver. Son el semillero. Son el principio de la vocación taurina, ¿cómo salvaguardar ese potencial?
Esa es otra causa de la destaurinización de España. Muchos pueblos no dan ya toros. Desde 2007 los festejos taurinos han caído más de un 60 por ciento y la causa principal es que los pueblos no se organizan festejos taurinos. Sin ayudas públicas no pueden darse muchos festejos. Muchos ayuntamientos se han sumado al movimiento animalista y les da miedo ayudar a la Fiesta. El problema es que los pueblos como bien dices han sido el semillero de los aficionados. La Feria de Albacete se llenaba por los pueblos. La de Madrid igual. Hay ya muchas plazas de pueblo, importantísimas y bellas, que ya no dan toros. Y eso un drama. Los toreros, las figuras, deberían torear gratis al menos dos o tres corridas en pueblos para fomentar esta causa. Te pongo dos casos muy cercanos: Hellín, Villarrobledo o Casas Ibáñez, pueblos de Albacete, te daban antes dos corridas, ahora una si acaso. Las grandes ferias no hubieran sido nada sin la afición los pueblos.
La casi total desaparición de subvenciones municipales y ayudas públicas y fiscales a los espectáculos taurinos y a los festejos populares, lo que supone que en algunos municipios pequeños y medianos no se puedan celebrar unos u otros.
Los toreros de especial categoría tenían que comprometerse a matar de 5 a 10 corridas en plazas de tercera.
Y culturalmente, ¿qué debe hacer hoy día el toreo para proteger ese pilar clave de su defensa? ¿Y jurídicamente?
Creo que basta con exigir que se cumpla la Ley 18/2013, de 12 de noviembre, para la regulación de la Tauromaquia como Patrimonio Cultural que constituyó un hecho de capital importancia, que abrió una esperanza para el futuro de la tauromaquia en España y que ha logrado blindar la tauromaquia en aquellos lugares en que se intenté prohibir. Ahí están las sentencias del Tribunal Supremo prohibiendo los referéndums de Ciempozuelos o San Sebastián, o del TC sobre las plazas de Barcelona o Palma.
Pero es una pena que el PENTAURO o plan estratégico que llevaba acompañada la Ley 18/2013 no se haya llevado a la práctica. Especialmente es una pena todo el plan para la rehabilitación, conservación y mejora del patrimonio arquitectónico constituido por determinadas plazas de toros, que se están literalmente cayendo. Otra pena es no haber desarrollado un plan de comunicación para fomentar la importancia, vigencia y proyección de la Tauromaquia como patrimonio cultural y transmitirlo al conjunto de la sociedad.
¿Es mejor una tauromaquia defendida o promocionada? Y, sobre todo, ¿cuál de estas dos líneas de trabajo es más efectiva a corto plazo?
A mí me parece que el tiempo del ataque, del acoso, sobre todo del 2015 al 2018, ya ha pasado. Los contrarios piensan que le queda poco a la Fiesta y que mejor es dejarla morir que descabellarla arriesgándose a multas o sanciones. No se van a mover mucho de esa idea. Mira el PACMA que no ha sacado el diputado que se anunciaba.
Ahora nos toca promocionar la Fiesta, difundirla, hacernos presente los aficionados y los toreros en la sociedad, proyectar que es un espectáculo único en el mundo, que es una representación magnífica de lo mejor de los valores humanos: capacidad, mérito, sacrificio, compañerismo, lucha, sinceridad, resiliencia, etc. Y luego que vuelva la emoción en toda plaza, en toda calle, donde se lidie o corre un toro. Mira lo que está pasando en los sanfermines, todo es tan perfecto que la emoción está desapareciendo. El encierro es una metáfora de la Fiesta actual, descafeinada de emoción.
¿Peligra de verdad el toreo? ¿Le quedan pocos años o es el mito de siempre?
Sinceramente, creo que sí. Es un milagro que este espectáculo mágico, descomunal, haya llegado al siglo XXI. Es cuestión de tiempo que se vaya por el desagüe de la historia. Están sucediendo muchas cosas en la sociedad, además rapidísimas y sobre todo lo que más me preocupa que es el avance imparable del mascotismo. Hoy la sociedad políticamente correcta no admite que un animal sea la base de un espectáculo. Insisto esta es la sociedad que lleva a los animales en sillas de ruedas y aparca a los abuelos en residencias, mientras que las iglesias de Barcelona se llenan de menores desamparados. Y lo peor de todo es la destaurinización progresiva de España. Los jóvenes no son contrarios a la Fiesta, la desconocen por completo. El otro dia sacaba a mis alumnos un ejemplo de El Cordobés. Tenías que ver su cara de asombro. “Perdone ha dicho quién», me dijo la delegada. Lo desconocían por completo.
¿Cómo trabajar desde la Universidad para defender o promocionar este espectáculo y la parte social que lo compete o lo debería competer?
Lo primero unirnos los pocos círculos o clubes taurinos universitarios que quedamos, como el Mazzantini que presido desde 1991. Por cierto, que nació para promocionar y difundir la Fiesta en la Universidad. Entonces había partidarios y no partidarios, pero no este acoso actual. A mi hace tres años, me prohibió una universidad privada de Castilla León presentar mi libro “De frente, en corto y por derecho”. Ahora mantenemos el premio nacional universitario en tauromaquia que lleva el nombre del inolvidable Joaquin Vidal y que este año irá a manos de esa leyenda viva que es Paco Camino. Creo que por lo menos no debemos perder las posiciones ocupadas en otro tiempo en la universidad, para ver si en el futuro esto escampa. En los años ochenta no había colegio mayor de Madrid sin club taurino.
¿Qué culpa tiene el sector taurino de lo que le está pasando? Y, dentro de él, ¿qué culpa tienen los distintos estamentos del toreo de lo que le está ocurriendo al conjunto de la Fiesta?
Estas dos preguntas pueden contestarse en una sola frase: España se está destaurinizando a rajas y, a la vez, el sector está perdiendo el partido por goleada, pero mientras quede algo de dinero…el toreo actual me recuerda a la orquesta del Titanic tocando valses mientras se hundía.
El empresariado taurino está manejado por unos pocos que ejercen un monopolio con estructuras propias del siglo XIX. Además, algunas veces con formas caciquiles. Me decía un importante apoderado que las manijas de la Fiesta se muevan desde una finca de Salamanca. El toreo ha avanzado pero el empresariado de hoy tiene la misma visión que cuando toreaba Frascuelo, Lagartijo, o Mazzantini. Falta estrategia, carecemos de un lobby ante políticos, medios de comunicación, firmas publicitarias (que no ponen un euro en la Fiesta).
El fútbol se ha organizado a través de una Liga de Fútbol Profesional, quizá sea el momento de crear una institución parecida para el mundo del toro, que lo cuide, lo profesionalice, le dé consistencia y asegure su viabilidad en el futuro. La Fundación del Toro de Lidia está haciendo una buena labor, pero es insuficiente, porque está y nació para otra cosa. Necesitamos profesionalizar el estamento taurino. ¿Cómo se puede permitir que la plaza de Madrid esté vacía fuera de San Isidro? Señores empresarios, como tales que son, estudien todas las formas empresariales para llenar las plazas, es su obligación, como el last minute en musicales de Broadway o en los aviones o en el AVE cuando quedan plazas libres.
Viendo globalmente la historia de la tauromaquia, y a pesar de que vivir el presente nunca nos haga mirar de forma objetiva el pasado, ¿en qué punto de alarma cree que se situaría la tauromaquia hoy día respecto de su pasado? ¿Es más alarmante lo que está pasando a 2019 que, por ejemplo, lo que pasó a principio de siglo cuando no existían las Ferias taurinas y una ciudad como Santander podía tener una sola corrida extraordinaria al año?
Por supuesto. Antes el problema era un país pobre, de los que tenían que empeñar el colchón por ver a Joselito o Belmonte, lo que era una barbaridad. Pero torero y toro eran míticos. Además, antes los españoles solo tenían dos formas de divertirse teatro y toros, luego llegó el fútbol, más tarde la televisión, y ahora el controvertido el Smart Mobile que está cambiando la sociedad y hasta a nosotros mismos, y no creo que para bien.
Ahora ponte tú a luchar contra todo eso desde un espectáculo milenario, que es un milagro el haberse mantenido, carísimo para organizarse, al que los políticos le han retirado la mano, que sobrevive en una sociedad mascotizada y que no tolera la más mínima relación de aparente superioridad con un animal. ¿Cuánto puede sobrevivir la Fiesta tal y como la entendemos en este panorama? Yo lo veo dificilísimo y eso no quiere decir que desaparezca de España. A mi hay un cuento de Gutiérrez Aragón, académico y cineasta, que emociona. Lo publicó en El Pais. El autor imagina que en España se ha prohibido la Fiesta. Pero sigue un ganadero en la profunda Castilla criando toros bravos. Una noche reciben varios un mensaje señalando que a tal hora y en tal sitio, lleven su coche pongan las luces y creen una improvisada plaza taurina de coches, porque clandestinamente un hombre, como desde hace miles de años, jugará con su vida delante de un descendiente del mítico Uro. Esa España no desaparecerá. Siempre habrá un hombre delante de un toro como esa pintura del siglo XIII del claustro románico del monasterio de Silos en Burgos, donde un hombre a pecho descubierto lanza una tela roja a la cara de un toro. Siempre habrá en España un toro y un hombre para enfrentarse. Ahora, tal y como lo conocemos, no lo creo y eso es muy triste para mí. Soy un torero metido a profesor.