Cuando una casa se construye sobre la arena movediza de la fragilidad, pasa lo que pasa. Y cuando al espectáculo más auténtico del mundo pretendes reconstruirlo con festejos al 10% (cuando está demostrado que hay otras artes con más derechos de aforo que nosotros por agravio comparativo), lo conviertes en el arte más mediocre de cuantos van a salir vivos de esta pandemia.
Porque los constructores necesarios no se dieron cita en Villaseco esta semana; los constructores necesarios ni estuvieron citados ni estuvieron representados de forma íntegra en La Campana. Empezando por el más importante empresario en décadas, Simón Casas -no porque lo digamos nosotros, sino por la importancia de las plazas que gestiona a la vez-, y terminando por el más humilde de los gestores de los pueblos de Dios que componen nuestras provincias.
Porque la Reconstrucción, ahora, no está en organizar 15 festejos que sólo llaman la atención del aficionado; la Reconstrucción no está en suspender la feria cuando expone tu bolsillo pero celebrar tres festejos cuando la pasta la pone Movistar -y la manejas tú-; la Reconstrucción está en debatir con las administraciones los aforos y las condiciones para celebrar los eventos, como ya hicieron el teatro, la música y el cine en su día. Nosotros seguimos protestando por la gente que había en un concierto de Taburete porque vimos una foto. En la Era de la Comunicación…
Los verdaderos reconstructores son un Simón y un Bautista que fueron los únicos en celebrar ferias completas en Nimes y Arles en 2020; los verdaderos reconstructores son los Matilla, los Garzón, los Zúñiga, los Maximino, los Alberto García… Son los Arellano y Erice, a los que les arruinaron la ilusión y el bolsillo en Alcalá por empujar el carro de todos. Son los Cascón que buscan los entresijos de las administraciones para que jueguen a su favor, en lugar de oponerles la frontal protesta de enfadarse y no respirar. Son los Ayuntamientos como Villaseca, que se parten la cara por defender la dignidad del toreo. Esos son los constructores del futuro a más corto plazo. Los que trabajan por LO NUESTRO para que haya un LO SUYO. A los que hay que mirar. A los que hay que apoyar. A los que hay que pedir opinión antes de crear una segunda Gira de Reconstrucción que pueda taparles a ellos, los verdaderamente importantes en esto, sus planes. “Es que no se está moviendo más que uno pa dar toros…”, dirá un bocachancla… ¡Exhortémoslos y no hagamos nosotros, una entidad a la que no corresponde, de empresa única del sector!
Porque sin ellos, ahora, no hay ni toros ni Toro. Y si queremos justificar con esta reunión fácil lo que no nos atrevemos a afrontar, que es luchar contra las Administraciones por aforos, por costes administrativos, por privilegios que no somos capaces de conseguir porque nos tienen negando subvenciones en vez de pelear por ellas, y por poner fin de una vez a pliegos que exprimen cual vaca lechera al sector en plena pandemia –Pablo Lozano, otro de los que habría que tener en cuenta, lo explicaba de forma perfecta hace unas semanas-, mal vamos.
Porque lo fácil era reunirse con alcaldes, presidentes de Diputaciones y gobernantes regionales antes de que el bicho llegase; lo difícil, lo de toreros machos, lo de valientes es hacerlo ahora, señores del Gabinete de Crisis. Y si no se puede, que no se haga, pero que tampoco se inventen juegos de artificio para salir de la batalla más débiles.
Y si no se puede, además, se coge y se apoya a los que sí pueden hacerlo. Se les convoca. Se cuenta con ellos. Se cuenta, además de con los empresarios citados, con los que restan; con un Carmelo García dispuesto a batallar y a defender el toreo del que ha sido hombre de plata con corazón de oro; con un José Montes que dio decenas de espectáculos en su región cuando todos estaban bajo la piedra; con un Manuel Amador que, además, apostó por las novilladas cuando más agua caía; con un Jorge Buendía que se las pela por dar dignidad a sus pueblos y por tantos otros que siguen dando razones para ser los verdaderos reconstructores de este rito.
Por descontado que se juega mucho más el toreo el próximo 3 de marzo de lo que se ha jugado esta semana en La Campana charra. Porque ahí estará la clave de todo: si hay unión entre los que se juegan el dinero por la Fiesta y por organizar un espectáculo íntegro, el futuro estará asegurado. Lo demás, es tapar con un poco de alquitrán simples agujeros. Y es cuestión de tiempo -lo sabemos todos- que se vuelvan a abrir…