El campo bravo nunca dejará de sorprendernos. Estamos en plena época de paridera, en la que las vacas empiezan a dar a luz a los primeros becerros de la camada. La 541 «Otomana» es una vaca sin igual. El hierro gaditano de Lagunajanda mantiene a día de hoy tres hijas madreando: la 982 «Valaquita», 105 «Ateniense» y la 180 «Betania». Y a ganadería publicó en sus redes sociales un vídeo del parto en directo, algo muy pocas veces visto por el recelo que tienen las madres a ser vistas cuando dan a luz. Normalmente se hace en zonas más apartadas o incluso de noche, para así proteger al becerro de posibles depredadores.
La primera reacción del recién nacido es buscar alimento en las ubres de su madre. Tras este momento de gran ternura, la vaca le dará de mamar al becerro y éste tomará los calostros para así poder sobrevivir durante la primeras horas. Una vez tomada la leche, el animal entrará en un profundo sueño: se dice entonces que el becerro está «encalostrado» y puede dormir casi un día entero tras sus primeros momentos en el campo bravo.
Su madre le buscará un sitio donde el peligro no esté presente. La vaca vuelve con el grupo y se alimenta para reponerse de tanto esfuerzo. Más tarde se procederá por parte del ganadero a comprobar el sexo del animal y a su posterior acrotalamiento.
Como nos contaba el ganadero, se trata de una vaca de gran importancia en la casa. Tres hijas suyas ya están incluidas en el hato de madres de la ganadería. Sin duda, este nacimiento en una noticia más que positiva para la divisa que tiene su centro de operaciones en la emblemática finca ‘Jandilla’, enclavada junto a la Janda, un lugar eminentemente ganadero y que dio paso a ganadería de gran vitola.
Y, por último, nos vamos de Vejer de la Frontera a Trigueros: en la ganadería de Cuadri su criador nos explica paso por paso el nacimiento de un becerro bravo de una forma fácil y sencilla. «Lo primero que hace la vaca es lamer al becerro para quitarle el olor a sangre, le da la primera leche que es el calostro, lo esconde y se va. El becerro una vez que está escondido no se levanta hasta que la madre no vuelva, sino viene, ahí se muere. La madre si ve peligro no se mueve de su hijo, es el instinto de conservación».
«¿Qué pasaría si la madre está a 500 metros y un depredador se acerca a su cría?». Según el tipo de animal pasarán dos cosas: «La naturaleza le dice que se levante, que berree y que corra hacia la madre, que para eso le da doble pezuña y cuartos delanteros muy desarrollados. La madre al escuchar ese berrido irá a por su cría. En ese recorrido puede suceder que el depredador lo coja y lo mate, eso ocurre si el animal tiene tiene algún defecto. Pero en el caso del bravo le plantaría cara al depredador porque le hemos inculcado una condición que es la de pelea. Bravura y la casta. Por lo tanto el de raza mansa huiría en busca de la madre, mientras que el bravo plantaría cara. Está desobedeciendo por tanto a la naturaleza plantándole cara a su enemigo. El bravo moriría, mientras que el manso se salvaría«, señala en el programa Toros para Todos.
Hay que tener cuidado a la hora de ponerle el crotal, la vaca si huele a humano es muy probable que aborrezca al animal, por lo tanto el vaquero no debe dejar su olor, para ello debe camuflarlo refregándose las manos en la hierba. No se puede manosear a los becerros porque el instinto de la madre sería abandonarlo. Esto se da más en vacas jóvenes, las viejas están acostumbradas a ese manoseo.
Una vez más el campo bravo nos da las claves de la vida, allí todo es verdad, la naturaleza en estado puro, de ahí que sea importantísimo su conservación. De ello depende la vida de muchos animales. De vez en cuando muchos políticos deberían dejarse caer por estos lares, hablar con la gente que sabe de estas cosas y no dejarse guiar por animalistas de asfalto, esos que nunca se pusieron en la piel del otro.