A Manuel Perera el cornalón de Vistalegre le ha cambiado la manera de ver las cosas en su día a día. Ahora, es una persona más fuerte, más luchadora y es consciente de que hay que aprovechar al máximo cada momento de la vida. Es lo que sucede cuando tienes que atravesar un episodio tan traumático como el que vivió el joven novillero, que aquella tarde pensó que no salía de aquella cornada que le destrozó prácticamente la zona abdominal. Se enfrentó a la cara más dura, la más áspera del toro, la que de vez en cuando nos revuelve las entrañas para recordarnos que esto es de verdad. Pero está claro que en esto, el hambre de torear puede sobreponerse a cualquier adversidad, por muy fuerte que sea. Por eso reapareció en Cazorla tan sólo 25 días después del terrible cornalón. Y es que es muy difícil de comprender cómo un chaval de 19 años es capaz de ponerse delante del novillo apenas un mes después de tan tremenda cornada. Está claro que el toro destruye y construye y que esa capacidad de superación está sólo al alcance de los toreros.
Más de un mes después de la tarde de Vistalegre, Manuel Perera todavía continúa en el proceso de recuperación. La cornada, con dos trayectorias de 30 y 40 centímetros, prácticamente le sacó todo el paquete intestinal y a día de hoy sigue teniendo un poco limitada la zona del abdomen. «A veces me cuesta un poco ponerme recto y también hacer actividad física, pero estoy yendo mucho al fisio y cada día voy notando más mejoría, por lo que estoy contento por ello» explica.
«Cuando entré en la enfermería, me asusté mucho y pensé que me moría»
Todo ocurrió en el momento de la suerte suprema con el tercer novillo de «El Freixo», que lo empitonó por el abdomen de manera muy fea. «Recuerdo que cuando entré en la enfermería y vi la situación, me asusté mucho y pensé que me moría. Tengo un flash de la enfermería en el que yo estaba gritando de dolor, vi la cara del doctor Crespo y me dijo que me tranquilizara porque me iba a poner bien. Fue muy duro verme con las tripas fuera y ver cómo eso salía cada vez más, pero gracias a Dios, tenemos ángeles de la guarda como el doctor Crespo que hizo las cosas en la enfermería con mucho mimo, cariño y profesionalidad» señala.
Los días posteriores en el hospital también fueron muy difíciles. Así los recuerda Manuel Perera: «Ha habido momentos de mucha dureza, sobre todo los primeros días en el hospital porque no me funcionaban bien los intestinos. Estaba todo el día vomitando bilis porque no comía, además tenía muchos dolores en el abdomen, estuve con morfina y fueron días muy desagradables» explica. Con el paso de los días, el dolor fue remitiendo y su situación fue mejorando poco a poco hasta ser dado de alta. «Luego pude empezar a comer y digerir un poco de líquidos y ahí fue cuando pude ver que podía salir de ahí».
«Lo que me pasó en Vistalegre ha sido positivo para mí, me ha hecho una persona más fuerte y con otra mentalidad»
La cornada no sólo le sirvió para convertirse en un novillero reconocido por la afición, sino que también le cambió la forma de ver las cosas en su día a día. «A mí lo que me pasó en Vistalegre me ha hecho una persona más fuerte y con otra mentalidad. Creo que he aprendido a afrontar la vida cómo viene, a no agobiarme por cosas que no tienen importancia porque vida sólo tenemos una y hay que vivirla al cien por cien. Cada día es una nueva oportunidad para ser feliz y luchar por lo que queremos y para mí la cornada de Vistalegre ha tenido más cosas positivas que negativas».
Durante todo ese tiempo, estuvo acompañado por su apoderado, el maestro Padilla, que sabe y mucho de lo de sobreponerse a las situaciones límite que la vida nos obliga a afrontar a veces. «El maestro estuvo siempre a mi lado, me animó a salir, me ayudó a levantarme de la cama y ha hecho que yo salga de esto mucho más fuerte». Y es que Perera desprende una admiración total y absoluta por su apoderado, algo que aflora especialmente en el cariño con el que habla de él: «Él es el mejor luchador, el mejor guerrero y el más fuerte. Para mí es un referente en todo, tanto delante de la cara del toro como en la vida porque me ha enseñado cómo tengo que afrontar la vida en estas situaciones. Tengo la mente tan fuerte en parte gracias a él y a todos los valores que me ha inculcado y doy las gracias a Dios por tenerlo a mi lado».
«Nunca se me pasó por la cabeza dejar el toreo porque lo que me ha ayudado a volver han sido precisamente las ganas de torear»
Y es que para mantenerse firme y seguir luchando para ser torero con 19 años después de un percance así hay que tener las ideas muy claras. Perera las tiene. Pese a su edad, en la que lo más habitual es estar a otras cosas, está muy seguro de lo que quiere conseguir y persigue su objetivo cada día con ilusión, hambre, con mucha ambición y sin dudar. «Nunca se me pasó por la cabeza dejar el toreo porque a mí lo que me ha ayudado a volver al ruedo 25 días después del percance han sido precisamente las ganas de poder torear. Esas ganas y esa entrega que he tenido esos días para recuperarme han sido las que me han ayudado. Por el toro sufrí ese percance, pero también ha sido el que me ha ayudado a superarlo» explica.
Para alguien ajeno al mundo del toro, es difícil de entender cómo alguien al que un novillo le ha puesto contra las cuerdas de esa manera es capaz de vestirse de luces 25 días después. «Todo se explica por la mentalidad luchadora y ganadora, por saber que es tu sueño, tu vida y que tienes que luchar por ello. El toreo conserva esos valores de superación, sacrificio y esfuerzo que quizá no van con otros chavales de nuestra edad que se agobian por cosas que parecen una tontería. Es muy importante tener esa filosofía y que no se pierda en el resto de la sociedad porque nos ayudará mucho a afrontar la vida» reflexiona un Perera muy maduro para su edad.
«Sabía que tenía que hacer el esfuerzo de volver porque eran citas muy importantes y yo siempre quiero salir a ser el mejor y a ganar»
Pese a no estar al cien por cien, su compromiso y su hambre de torear pudieron más y reapareció en Cazorla apenas un mes después del percance, dando una lección de superación. «Yo sabía que tenía que hacer ese esfuerzo porque eran citas muy importantes las que tenía por delante, especialmente en Cazorla e Istres. Por fortuna, todo salió bien y pude cortar dos orejas en Cazorla y otras cuatro en Francia. Al final todo el esfuerzo tiene su recompensa» señala.
Perera volverá a hacer el paseíllo este sábado en la semifinal del Circuito de Novilladas de Andalucía en Constantina. «Voy a ser el mejor y a ganar, a demostrar todas mis armas para llegar a la final y llevarme el circuito». Por delante, tiene una bonita temporada por delante con citas en plazas como Sevilla, Dax, Arles y el sueño a largo plazo de poder llegar a ser algún día figura del toreo y poder ser recordado por haber conseguido «algo grande». Llegue o no, Manuel Perera está en el camino correcto.