Saludó Manzanares al primero de la tarde, encajándose, pasándolo con torería, conectando con los tendidos. Tras un buen tercio de banderillas, Manzanares recibió en la franela al de Olga Jiménez, pasándolo por abajo, dándole aire, moviéndolo, y sacándolo del tercio. Continuó sobre el derecho, sin terminar de bajarle la mano, llevándolo muy despacio. La plaza estaba con él y con aquellos muletazos a cámara lenta. Le dio tiempo y sitio antes de continuar sobre el mismo pitón, dándole distancia para adelantarle el engaño y citarlo. El animal atendió con prontitud y siguió el engaño con fijeza y nobleza, pudiendo darle ritmo. Cambió Manzanares al natural, marcando el trazo con la ayuda, sin terminar de acoplarse, aunque logrando completar la serie. El viento fue otro hándicap, aún así, el diestro recuperó el pitón derecho, por donde había encontrado la armonía y el acople con aquel animal. Lo dejó respirar para seguir llevándolo, alcanzado a encajarse con el, toreando en redondo, ligando los pases. Culminó con todo un estocadón.
Saludó Manzanares al segundo de su lote, bregándolo y llevándolo. En la faena lo pasó por ambos pitones, le ganó terreno y se decidió por el derecho, bajándole el engaño y corriéndole la mano. Aunque le intentó dar continuidad y ritmo a su faena, el animal no podía, perdía las manos. El diestro lo probó también al natural, dejándoles los vuelos, llevándolo a media altura, encontrando así la forma de hacer su labor. Dosificó mucho entre tandas y sobre el derecho cuajó una buena serie con la que llegó a los tendidos. Siguió alternando pitones con un toro que seguía el engaño con más ganas que fuerza. Suficiente para que la faena sacara provecho de sus embestidas y desarrollara una labor de calado. Mató a recibir con un estoconazo.