Su
nombre ha sonado con fuerza a principio de temporada tras el gran éxito de
Valdemorillo: aquella fue una tarde en la que impactó especialmente su quietud
y la pureza personalísima con la que realizó el toreo. Sorprendió a la Fiesta y
ahora, ante el gran compromiso de Vistalegre el próximo sábado, habla con
CULTORO y explica sus sensaciones de cara a una temporada en la que la
responsabilidad pesa un poquito más sobre sus hombros.
«La de
Valdemorillo fue una tarde con gran carga», explica el novillero madrileño,
«porque fue de las primeras del año y los aficionados estaban más
pendientes de ello. Valdemorillo es una Feria que ha ido creciendo y tomando
importancia, y por eso ha sido crucial dar un golpe allí. No era eso lo que
buscaba, pero tuve sensaciones buenas y me fui contento aunque no satisfecho.
No conseguí lo que yo quería. Me sirvió para seguir creciendo»,
señala con la mente puesta en el gran compromiso del próximo fin de semana.
Ya el
pasado año causó impresión en las novilladas en las que hizo su aparición por
la serranía madrileña. También pudo demostrar que está preparado para todo y
con todo tipo de encastes. «Uno tiene que enfrentarse a todo en
la vida, y hay que cortar las orejas al animal que sea y donde sea»,
rubrica el novillero. Además, no entiende de conceptos hablados, porque
«suelo hablar mejor de ello en la plaza».
Madrid
es una de las plazas en la que tiene preparada su presentación, aunque aún sin
fecha para ella. «El año pasado iba a torear en Las Ventas pero tuve un problema en
un tentadero y este año si Dios quiere sí que me gustaría estar. Es necesario
sobre todo una plaza de esa importancia». Además, y hablando de
Madrid, tres novillos del próximo sábado llevarán el hierro de una de las
vacadas triunfadoras en Las Ventas el pasado año: Guadajira. «Es
una ganadería que me gusta mucho, porque está el novillo encastado y transmite.
El próximo sábado se verá el tipo de animal que tiene Ángel».
Hablamos
de aspectos más profundos con David,
pues sus espejos toreros en la historia son «todos. En todos me fijo
porque creo que de todos se puede aprender algo. De unos unas cosas, de otros
otras, pero en general todos han aportado cosas buenas a la historia del toreo«.
Tiene especial debilidad por recuperar el romanticismo que ha copado los siglos
en el toreo, e incluso está recuperando una tertulia con intelectuales de la
Universidad Complutense que Juan
Belmonte tenía en Madrid :»La verdad es que Belmonte hizo cosas muy
importantes. A nivel cultural es algo que sí me gustaría conseguir, pero claro,
eso también hay que ganárselo en la plaza», explica el joven.
No
habla de alternativa, no piensa en ella. «e Sabe que hoy día el camino de la
independencia es muy difícil en el mundo del toro. Quizá se ha perdido también esa
parte de romanticismo. Él sigue al lado de la persona que le acompañó y creyó
en él desde el primer momento: Víctor
López Caparrós. «Él hace su trabajo y yo el mío. Desde el
primer momento congeniamos bien, y esto es un equipo. Necesito a alguien que me
pueda ayudar en ciertas cosas y es él».