El tercero, un precioso berrendo en cárdeno, no fue tan claro. Sostuvo Molina un emocionante toma y daca con un animal que ni terminó de desplazarse ni de viajar metido en los vuelos, reponiendo y rebañando en ocasiones. El torero manchego le hizo frente con dignidad.
Otro toro bien hecho el sexto, fiel al prototipo santacolomeño. Le dio tiempo Molina, y lo embarcó con suavidad en el último tercio, sin atosigarlo con toques violentos. A cambio recibió una embestida pastueña, y a pulso dibujó, de uno en uno, los mejores naturales de la tarde. Se fue derecho detrás de la espada y recibió una oreja en recompensa.