El campo bravo es ese lugar donde aquellos que se denominan animalistas deberían realmente estar, una zona donde la convivencia del hombre, el toro y el caballo es más que palpable. Son parajes únicos donde se preserva la fauna y la flora autóctona de la zona en grandes extensiones donde el animal bravo es el auténtico Rey. La protección de estos entornos ayuda a conservar la dehesa, un punto donde el bosque mediterráneo se abre paso.
Pero ser ganadero de bravo va mucho más allá de ser un simple criador; ese nombre tiene detrás una gran responsabilidad por continuar el legado que tomaron de sus ancestros. Ese es el caso de Victorino Martín García, un ganadero que lleva muchos lustros apostando por un tipo de toro que ahora es un referente. Es un hombre que siempre tiene en la cabeza la figura de su padre, un ganadero que llevó a la élite a una vacada que estaba abocada a la desaparición.
En la finca Las Tiesas de Santa María se encuentra un cercado llamado ‘El cuartos de las Tejoneras’, un lugar paradisíaco para el toro bravo donde se encuentra uno de los lotes de cubrición de la ganadería. Aquí se encuentra el semental número 17 de nombre Playero, familia de las Playitas. Un cercado en el que se divisa a la lejanía los dos puentes del AVE, así como el pantano de Alcántara al fondo y que ya se encuentra seco debido a la falta de lluvias que viene acusando el campo bravo durante este 2023.
Este semental es un toro bajo, bien construido y con cara, un animal que pese a no tener una alzada y un volumen excesivo si tiene unas hechuras magníficas para padrear. Un toro que tiene a su disposición un número amplio de hembras para cubrir este año. Como el resto de sementales, su función es dejar su simiente en las vacas que Victorino ha elegido para él. Un toro que será retirado de las mismas dentro de un par de meses a lo sumo.
Hay que tener cuidado cuando uno se adentra en un cercado como este; las vacas están en celo y el toro no quiere que nadie se acerque, pudiendo reaccionar de mala manera si ve que peligra su harén. En estos momentos el toro considera como suyas a las hembras, o así unos becerros por los que no siente ningún interés pese a ser muchos de ellos hijos suyos.
Victorino es un hombre con una dilatada experiencia en este campo, de ahí que no deje nada al azar, todo se mira al milímetro, se buscan nuevas fórmulas que eviten peleas y que ayuden también a sobrellevar el apego que tenían los más pequeños de la casa con sus madres. Son tiempos de cambios, y a ello se aclimatan una serie de animales que deben ser el futuro a medio plazo de una de las ganaderías más importantes del campo bravo.