Morante de la Puebla ha estallado, en la tarde de este 24 de abril, tras las faenas realizadas en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla a sus dos toros, negándole el palco la oreja en el primero de ellos al comprender que la petición no era mayoritaria.
Tras la faena al cuarto, señaló al micrófono de OneToro que “ha sido una faena muy sentida. Tenía mucha rabia contenida. Ha habido momentos de mucha sinceridad y mucha belleza. El toro era bastante complicado, que había que pasar un trago con él, sobre todo por el lado izquierdo. Creo que he estado a la altura del éxito. Hay un señor que ha metido la pata, y me descorazona, porque además es amigote, pero está ya para jubilarse. Ha sido una tarde importante, la corrida está sirviendo y está siendo una tarde bonita”, señalaba Morante de la Puebla.
En las imágenes de @mundotorotv1, Morante parece espetarle al presidente: «no tienes vergüenza». La polémica llega después de una gran faena que merecía un reconocimiento (y también más eco en los tendidos, todo sea dicho…)pic.twitter.com/ssChGJlm44
— La Economía del Toro (@economiadeltoro) April 24, 2023
La faena al cuarto toro por parte de Morante
Tras el suceso acaecido en el tercero de la tarde, al que Emilio de Justo le paseó las dos orejas, salió en cuarto lugar un animal de la casa Matilla con nobleza y ritmo pero al que le faltó el tramo final del muletazo. Morante lo cuidó en los primeros tercios para llegar a la muleta con sus posibilidades intactas. El sevillano es de los toreros que no necesita un animal excelso delante para llegar a los tendidos. Y así fue en esta ocasión.
Morante consciente del ejemplar que tenía delante optó por aprovechar desde el inicio aquello que tuviera. Muy torero fue un comienzo donde hubo verdaderos carteles de toros y en el que destacó una trincherilla que paró los relojes. Este cuarto tuvo la nobleza suficiente para que el de La Puebla dibujarla muletazos bellísimos por su composición y posterior ejecución. La tomó con temple en un trato donde los tiempos, la colocación y las alturas fueron la clave para dibujar no más de 20 muletazos.
Faena breve y bella a partes iguales, un trasteo realizado con la montera calada, esa que en el primer toro había arrojado al callejón tras el enfado ocasionado por la no concesión de la oreja. En esta ocasión Gabriel si concedió la oreja tras enterrar Morante el acero.