Allá por noviembre de 2015 se oficializaba uno de los apoderamientos más perennes del toreo en la actualidad: “Simón Casas apoderará a la rejoneadora Lea Vicens de cara a la próxima temporada”, una vinculación que se daba tras los innumerables triunfos ese 2015 de una rejoneadora que había levantado una gran expectación en su país. Simón se unía así a la figura de Ángel Peralta, quien seguiría asumiendo la dirección técnica de la rejoneadora francesa.
Una vinculación que colocaba a Lea en una posición ideal de cara un 2016, donde entraría por méritos propios en plazas tan importantes como Valencia, Sevilla, Nimes, Mont de Marsan, Dax, Ronda o Zaragoza, todos ellos cosos donde la temporada anterior había rayado a un gran nivel, sumándose otros cosos como Arles, Bilbao, Madrid, Córdoba, Jerez de la Frontera o Santander.
Ocho años juntos que han servido para consolidar en la élite del escalafón a una rejoneadora que ha alcanzado el estatus de figura gracias a sus innumerables triunfos tanto en España como en Francia. Una unión que parece inquebrantable, más si cabe tras los continuos mensajes lanzados por el apoderado y empresario francés sobre la figura de Lea, esa donde recalca su compromiso con la carrera de la nimeña.
Algo que quiso recalcar en redes sociales con una imagen en la plaza de toros de Las Ventas, fotografía donde se veía a Lea parando de salida en la Monumental de las Ventas a un toro con el hierro de Fermín Bohórquez, un animal que, como bien se aprecia en la fotografía, embiste con la cara por las nubes, dificultando así la labor de la rejoneadora tras poner el primer rejón de castigo. Pese al salto dado por el animal, Vicens no cambia el rictus, saliendo del envite con gran elegancia.
“¿Se necesitan cojones para tener cojones?”, comentaba en sus redes sociales el propio Simón Casas. Una publicación que contó con el Me Gusta de la propia rejoneadora francesa, así como de un gran número de seguidores y amantes del rejoneo que valoran el nivel alcanzado por Lea desde que hiciera las maletas y pusiera rumbo hacia tierras de La Puebla del Río para sumarse al equipo de la familia Peralta. Durante cuatro años, se fue ganando sus galones, adquiriendo con su trabajo su primer potro Gacela, actualmente figura indiscutible de su cuadra.
Domó sus propios caballos, refinó su toreo y forjó un estilo asentado en su personalidad, preparándose en la intimidad de la marisma. Una vez que tomó el vuelo y se asentó en la élite del rejoneo, decidió adquirir unos terrenos en la provincia de Huelva donde dar rienda suelta a sus dos pasiones: el rejoneo y su propia yeguada.