En el campo bravo, muchas veces la tragedia se adelanta a la gloria que se vive días después en una plaza de toros. Situaciones que, aunque conocidas por quienes viven junto al animal bravo, no dejan de sacudir el alma de ganaderos, vaqueros y mayorales. La muerte de un astado en una pelea con sus hermanos siempre es un duro golpe para aquellos que los han visto nacer. Una pérdida irreparable que, siempre va ligada, a una línea genética de gran importancia en la vacada
El cambio de tiempo, la entrada de nuevos hermanos en el cercado, el olor a vaca en los cercados cercanos… todo influye para que se encienda la mecha. y comience la batalla. En este caso, se trataba de un utrero de gran seriedad, un astado de nombre Desafío que estaba marcado en rojo para su ganadero de cara a 2026. Ejemplar que por su gran seriedad debía ser uno de los líderes de la camada, de ahí que varios hermanos lo pudieran tener enfilado. A diferencia de los cuatreños y cinqueños, los animales de tres años conviven juntos en su totalidad, no teniendo estos fundas que eviten esas cornadas mortales que muchas veces se producen.
Para conocer más sobre la reata de este ejemplar y cómo sucedió este terrible percance que sesgó la vida del 49 Desafío, quisimos hablar con Javier Núñez, ganadero que siempre atiende con amabilidad a este medio. «Era un utrero hijo del 54 Cantarillo. El día anterior nos lo encontramos que no coordinaba bien los cuartos traseros y se caía. Seguramente como consecuencia de una pelea la noche anterior, que estuvieron los toros muy barruntones con el Levante. «Se trató el toro con antiinflamatorios y al día siguiente amaneció muerto«.
Una dura noticia que compartiría con sus seguidores en sus redes sociales: «El oficio de ganadero es ingrato. Hoy apareció muerto uno de los mejores toros de la camada del año que viene, el 49, Desafío, un toro muy serio y muy bien hecho. Vaya forma de empezar el día… En fin, que para morirse lo único que hace falta es estar vivo». Una pérdida importante al tratarse de un animal de gran seriedad que, a buen seguro, hubiera sido reseñado —de repetirse su inclusión en los carteles de 2026— para Pamplona, plaza donde el valor del toro bravo alcanza un precio muy relevante.
La Palmosilla; casi seis décadas en búsqueda del toro con «talento»
La Palmosilla es una ganadería que dio sus primeros pasos allá por 1996 cuando José Javier Núñez Cervera acudió a las vacadas de Núñez del Cuvillo y Juan Pedro Domecq para adquirir vacas y sementales de estas dos prestigiosas vacadas. Un proyecto ganadero que se asentaría en «La Palmosilla» y «La China», dos fincas familiares situadas en el término municipal de Tarifa, muy cerca de la Laguna de la Janda. Tras años de incansable trabajo tomaron antigüedad en la Plaza de Toros de Las Ventas el 23 de abril de 2013, en un cartel conformado por Curro Díaz, David Fandila «El Fandi» y David Galván.
Junto a José ha estado siempre a su lado su hijo Javier, apasionado del toro bravo y buscador incansable del toro con hechuras y talento en sus embestidas. Una familia que ha estado ligada a la crianza del toro bravo desde el siglo XVIII, de ahí que en ese citado año 96 se decidiera iniciar la recuperación de una nueva ganadería familiar, empleando para ello un antiguo hierro en propiedad de los Núñez, y que había sido empleado ininterrumpidamente hasta 1940.
Tras conseguir meter la cabeza en Madrid, hicieron lo propio en otros cosos de relevancia como La Real Maestranza de Caballería de Sevilla o la Monumental de Pamplona, dos plazas de máxima importancia donde lidiaron toros que propiciaron el triunfo de los toreros. Valencia, Málaga o El Puerto de Santa María han sido otras plazas del sur de España donde esta vacada gaditana también ha cosechado importantes triunfos.