«Se ha podido ver lo difícil que era el toro. Le costaba mucho tirar para adelante y he intentado limpiarle mucho el muletazo para que sirviera y nunca ha querido entregarse. La pena ha sido la espada, pero queda otro en los chiqueros», explicaba el torero a la finalización de su primero.
«Después de haberle cortado las orejas a un toro en Pamplona, estoy feliz, no magullado. Independientemente de que hay toros que te dejen hacer el toreo mejor o peor, la entrega es lo que no se puede dejar en duda, y eso es algo que siempre intento», explicaba el madri9leño.