INFORME

Organizar una corrida de toros en Colombia: una batalla contra la burocracia y la presión política


sábado 1 marzo, 2025

Aunque la Ley permite los festejos hasta 2027, las alcaldías utilizan la futura prohibición como excusa para boicotear o impedir las corridas

Camilo Medina
Camilo Medina lucha contra las trabas administrativas a la tauromaquia en Colombia

La tauromaquia en Colombia atraviesa un momento crítico. Con la prohibición de las corridas ya firmada para entrar en vigor en 2027, el simple hecho de organizar un festejo se ha convertido en una carrera de obstáculos. Pese a ello, jóvenes empresarios como Camilo Medina siguen empeñados en mantener viva la esta expresión cultural. Su próximo reto será el 15 de marzo en la plaza de Puentepiedra, cerca de Bogotá, donde Antonio Ferrera y Juan de Castilla se enfrentarán, mano a mano, a toros de Mondoñedo, con la participación del novillero Felipe Miguel Negret.

Medina no oculta las dificultades que implica sacar adelante un evento de este tipo. «No solo nos enfrentamos a una carga impositiva altísima, sino también a trabas administrativas constantes», explica. «Aunque la Ley nos permite seguir celebrando festejos hasta 2027, muchas alcaldías utilizan la futura prohibición como excusa para intentar boicotear o impedir las corridas».

El camino para obtener los permisos necesarios es una pesadilla burocrática. «Más de 600 páginas de documentación, organizadas en aproximadamente 40 o 45 documentos distintos», detalla. «Nos exigen trámites claramente normales para estos eventos, como pólizas de responsabilidad civil, seguridad social para todos los involucrados, permisos de bomberos, defensa civil, policía, pago de derechos de autor por la música en vivo y un protocolo de emergencias y evacuación, a veces también intentan colar algún trámite que no corresponde”. Además, las alcaldías ponen trabas constantemente. «Enviamos la documentación requerida y, días después, nos piden lo mismo otra vez, retrasando todo el proceso. Es un desgaste innecesario». A esto se suma la complejidad de garantizar que cada detalle se ajuste a la normativa. «Incluso los vendedores de comida deben tener un carnet de manipulación de alimentos, y si se vende licor, debe haber un respaldo que garantice que no está adulterado. Son cosas que en otro tipo de eventos, similares a este, o digamos ‘mejor vistos’, no están obligados a presentar».

Las alcaldías, además, no facilitan el proceso. En muchos casos, simplemente se niegan a tramitar los permisos, obligando a los empresarios taurinos a recurrir a la vía judicial. «En Madrid (Cundinamarca), que es donde debemos tramitar los permisos de Puentepiedra, la alcaldía nos respondió con una carta negándonos la corrida basándose en la nueva Ley que prohíbe los toros a partir de 2027», relata Medina. «Como esa Ley no aplica todavía, presentamos una acción de tutela y una denuncia ante la Procuraduría. Un juez falló a nuestro favor, obligando a la alcaldía a reconocer que la Ley 916 sigue vigente y que, mientras cumplamos con los requisitos, podemos dar el espectáculo, so pena de desacato».

La carga impositiva tampoco ayuda. «Es otra de las formas que encuentran para tratar de hacer una ‘prohibición’ velada. Nos estrangulan económicamente a base de impuestos. Hay plazas en Colombia en las que más del 50% de los ingresos de taquilla van directamente a las arcas estatales, departamentales y municipales, porque aquí cobran todos. Es un peso enorme para un empresario, que lamentablemente se traslada también al aficionado y que hace cada vez más costoso ir a los toros. Más todavía cuando hay una inflación que cada año hace que los precios tengan que subir y que los toreros extranjeros cobran en dólares, un cambio que también es más alto año tras año».

A pesar de todo, el compromiso de los toreros ha sido clave para seguir adelante, cuenta Medina. «Antonio Ferrera ha estado pendiente de cada detalle y siempre dispuesto a ayudar. Juan de Castilla lleva años apoyando la causa taurina en Colombia, y Felipe Miguel Negret es un novillero que apuesta por el futuro de la fiesta», destaca. «Sin el compromiso de ellos, que además entienden y se ajustan a la situación econoómica, sería aún más difícil mantener viva la tauromaquia en el país».

Todo este esfuerzo, sin embargo, no cuenta con ningún respaldo financiero externo. «No hay ningún fondo ni entidad que apoye económicamente este tipo de iniciativas, tampoco patrocinadores», lamenta. «Cada documento, cada abogado y cada permiso lo pagamos nosotros. Todo sale de nuestros bolsillos».

Aun así, Medina no duda de que vale la pena. «Todo cobra sentido cuando la plaza está llena, cuando suena el pasodoble y cuando el público responde en los tendidos», dice con emoción. «Es una batalla diaria, pero el día del festejo se siente que todo valió la pena».

Sin embargo, el futuro es incierto. «Cada año es más difícil, el desgaste es enorme y la presión crece», reconoce. «Solo el tiempo dirá si podremos seguir adelante». Por ahora, el próximo 15 de marzo, los toros volverán a Puentepiedra, en una cita que supone mucho más que una tarde de toros: es un acto de resistencia en defensa de una tradición que se niega a desaparecer.