Si hay una ganadería con solera en el campo bravo extremeño esa es la pacense de Bernardino Píriz, una vacada de gran prestigio que con el tiempo llegó a ocupar un puesto de privilegio en el panorama taurino. Desde los comienzos de la ganadería en 1951, fue una de las casas ganaderas más reconocidas y valoradas de nuestra piel de toro. En la finca ‘Las Noras’ todo se sigue haciendo todo como antaño, aquí el caballo es fundamental para el manejo de unos animales con una sangre muy particular.
Bernardino Píriz Carvallo comienza su andadura a principio de los años 50, el cual tras la compra de la ganadería de Hoyos de Valverde adquirió a la familia Peralta un lote de vacas y dos sementales procedentes de la compra que estos habían realizado a Manuel González y Juan Antonio Álvarez procedentes de Contreras, añadiendo un semental de Juan Pedro Domecq en 1968, pero todo cambió al poco tiempo al sustituir en 1969 el ganado anterior por vacas y sementales de Alberto Cunhal Patricio procedentes de “Pinto Barreiros” y Tamarón.
Desde 1969 esta ganadería se ha nutrido únicamente de aquello que se criaba en casa, siendo considerado actualmente un encaste propio tras llevar más de 60 años en manos de una familia ganadera que lleva más de 70 años criando ganado bravo. A la muerte de Bernardino Píriz Carvallo en 1985 pasa a anunciarse a nombre de sus herederos. En febrero de 2016 fallece su hijo del mismo nombre, haciéndose cargo de la ganadería nieto Bernardino Píriz Antón junto al resto de su familia.
Este animal de clara ascendencia portugués tiene un comportamiento noble en el campo, un ganado que se deja manejar, pero al que hay que tratar con mimo y respeto. Una ganadería que en su día fue predilecta de toreros como Curro Romero, un espada que apostó por ello en infinidad de ocasiones. Pero en el campo nunca puedes fiarte, el animal bravo es impredecible y cuando menos lo esperas puede darte un susto. En una de las grabaciones que realizó el equipo de Canal Extremadura a esta ganadería, uno de los erales condicionó una entrevista que tuvo que hacerse en otro lugar de la finca.
Un eral con el n.º 48 decidió que allí no se grababa, obligando a Juan Bazaga y todo su equipo a plegar velas e irse a otro lugar. Según explicaba el mayoral, se trataba de un novillo algo rebelde, un animal que ya ha dado la cara varias veces y con el que hay que tener cuidado. Un animal que no les quitó ojo desde que llegaron a ese cerrado, un animal que está siempre “engallao” y desafiante, un animal que siempre estuvo incómodo con la presencia de la cámara de etelevisión y que provocó algún que otro comentario como «¡Cuidado, se está preparando!«.
Como ya dijimos en alguna ocasión, el campo bravo es un continuo aprendizaje para tos aquellos que conviven con este mítico animal. Pese a su nobleza en su hábitat natural, son astados muy jerárquicos, no aceptando fácilmente las órdenes, por todo ello en muchas ocasiones se arrancan sin previo aviso cuando hay que cambiarlos de cercado, llevarlos al corredero o embarcarlos para una plaza en concreto.
Este no es el caso de este animal, un toro que en ningún momento dio síntomas de tener un agrio comportamiento, sino todo lo contrario, sacó a relucir su nobleza y bondad. Pese a arrancarse con fuerza hasta el vehículo 4×4 no hizo por finalmente por él, demostrando una gran nobleza, algo muy importante a la hora de lidiarse y que evitó un serio problema para los que iban dentro del vehículo.