Tras decidir emprender el vuelo en solitario y salirse de la vacada familia, Álvaro Núñez Benjumea puso sus ojos en la vecina Portugal, lugar donde levantó de cero un proyecto ganadero que tenía como base la simiente de Núñez del Cuvillo. Un hierro al que le fue añadiendo animales de otras vacadas para acabar de cerrar el círculo, ese que le llevaría años después a debutar con una corrida de toros en la plaza de toros de Los Califas de Córdoba.
Pero Álvaro siempre fue consciente que el triángulo que forman Medina Sidonia, Vejer de la Frontera y Chiclana de la Frontera era el perfecto para la crianza del toro bravo. Un lugar muy cercano a la Laguna de la Janda, zona donde infinidad de vacadas de bravo asentaron su cuartel general. Una extensión de terreno muy cercana al mar que ayudaba a afinar mucho al toro, esa donde los pastos eran abundantes gracias a la calidad de su tierra.
Por este motivo el ganadero sevillano nunca se separó de esta zona llevándose los toros de saca a la finca ‘Corbacho Grande’, lugar donde sus animales afrontarían la última etapa antes de ser lidiados. Pero Álvaro seguía sopesando la idea de volver a casa, de llevar sus animales a esa zona donde la familia Núñez siempre ha tenido su ganadería, de ahí que en cuanto surgió la oportunidad no se los pensara dos veces.
En una entrevista mantenida hace varios meses ya nos dejó claro que el banco de pruebas de su hierro seguiría en tierras portuguesas, lugar donde había adaptado la finca a su gusto, esa donde había levantado tanto su casa como una coqueta plaza de tientas. Se trata de un lugar paradisíaco donde vacas y sementales tenían amplios cercados para pasar el año, un punto cálido de nuestra geografía donde asentar una divisa con mucho futuro. Distinto era el caso de los machos, esos a los que llevó a una de las fincas más señeras de la provincia de Cádiz.
“Este año los machos vuelven a ‘Iruelas’, la finca de la familia Núñez desde el Duque de Medinaceli” nos explicaba Álvaro Núñez, un ganadero ilusionado con volver a esa tierra donde su familia siempre tuvo ganado bravo. “Los Núñez somos de Tarifa y me hace mucha ilusión regresar a casa. Acabo de cerrar el negocio y llevaré allí todos los machos y los toros de saca” nos volvía a recalcar un criador de bravo que sabe de la importancia de la zona y los beneficios que le pueden traer a sus animales.
“Se trata de una finca de más de 400 hectáreas donde únicamente estarán los machos de la ganadería, las hembras seguirán en la finca que tengo en Portugal”. ’Iruelas’ es una de las fincas más representativas de la zona, un lugar donde han pastado los astados de la familia Núñez desde hace decenios. Familia que vivió por y para el toro, esa que tiene en el hierro de la R de Rincón uno de sus tesoros más valiosos junto a un encaste único, ese que se nutrió de las sangres de Rincón, Mora Figueroa y Villamarta.
Ahora Álvaro vuelve a casa, a una zona eminentemente ganadera, un terreno a pocos kilómetros de ese triángulo del que hablábamos antes. Un lugar cercano al Atlántico y con África en el horizonte, siendo esta una finca que levanta sus raíces en el término municipal de Tarifa. Se trata de una explotación ganadera que tendrá como vecinos a otras vacadas de la familia como La Palmosilla, Marcos Núñez o la anteriormente citada de Carlos Núñez, tres hierros que son santo y seña de esta zona ubicada en el sur del sur.