En la localidad toledana de Añover de Tajo, el joven ganadero Alfredo Ruano asienta desde hace tres años su proyecto ganadero basado en sangre de Núñez del Cuvillo. Pese al momento tan duro que vive el campo y los precios que se pagan por los animales, este aficionado al mundo del toro no lo dudó ni un instante se echó el petate de la responsabilidad y la ilusión a la espalda para poner en marcha este sueño que tenía desde hace algunos años.
Y ahora, tras la opción de compra de una veintena de vacas del hierro navarro de Arriazu -de Casta Navarra como procedencia-, no se lo ha dudado ni un instante y las ha comprado no para criar con ellas, sino para alimentar la afición de varios pueblos de La Sagra durante sus fiestas patronales entre los meses de agosto y septiembre y ser lidiadas en sus calles.
La de Arriazu es una vacada que procede de la casi extinguida Casta Navarra. Las hembras tienen su salida en los festejos populares, lugar donde gozan de gran cartel. Es la primera vez que la zona centro de España se puede disfrutar de estas vacas mucho más características de la zona de Navarra y Aragón.
Desde la compra ya se han podido ver tres de ellas exhibidas en La Puebla de Montalbán, animales que destacaron por su gran bravura, rematando con fuerza en las talanqueras en lo que lo fue una jornada cargada de intensidad. Amén de la localidad antes citada, serán varios los pueblos de la Sagra que puedan disfrutar de la bravura de estos animales, unos astados de gran personalidad que poco a poco van conquistando más zonas de España.
Arriazu, un emblema de la Casta Navarra
Arriazu asienta su cuartel general en las fincas “La Estanca”, “Prado De La Muerta” y “Barillas” en Ablitas (Navarra). La historia de la ganadería comienza en 1.971 cuando José Arriazu, padre de Víctor y Roberto Arriazu, junto a otros socios, compran la ganadería que había en esta localidad de Antonio Andrés, el cual falleció por aquel entonces. En 1.977 vende su hato a sus socios y entra a formar parte de la ganadería de Herederos de Eugenio Gabas de Malejan (Zaragoza) comprándole la parte a uno de los dos hermanos, hasta que en 1.981 adquiere la totalidad de la ganadería, trayendo las vacas a Ablitas.
Según los estudios de ADN llevados a cabo por el Instituto Técnico Ganadero (ITG) de Navarra, quizás no exista esta raza en una pureza al cien por cien, pero sí con un alto índice. Estas son reses de pequeño tamaño y escaso peso (brevilíneas y elipométricas) aleonadas, la cabeza es chata y más bien pequeña, ojos saltones y grandes, la mirada viva, cuello corto y ancho. Astas cortas y veletas, dándose en la mayoría de los casos forma de lira y de color caramelo, siendo su pelo más característico el coloradas con todas las variedades, dándose también negras.
Ahora, el corazón de la provincia de Toledo cuenta con vacas de este mítico encaste.