Pablo Aguado volvió a dejar su sello en Madrid este sábado en el mano a mano que disputó con Juan Ortega frente a astados de Juan Pedro Domecq. Así hemos narrado su obra al cuarto:
Meció con gusto Aguado la capa a la verónica ante el cuarto, un Samurai de nombre protestado por ser de menor entidad y al que le jugó los brazos con enjundia el torero, perdiendo las manos el animal en la media. Galleó por chicuelinas Aguado ante un toro que no se entregó en el peto, y luego quitó por delantales con eco. Protestó el toro en la segunda vara con la cara arriba. Por chicuelinas también de garboso trazo quitó Juan Ortega. Le dio tiempos a un toro con clase pero justo de poder, y aprovechó su buen tranco por la derecha en dos series de ritmo y estética para iniciar la obra en terrenos del 7. No era el mismo el toro por el izquierdo, más apagado, y se los sacó de uno en uno con gusto y gracia especialmente en el final de esa serie. Muy torero Aguado. Volvió a la derecha y dejó una serie con personalidad, pero ya el toro no era el mismo. Los naturales, de uno en uno en el final de faena, fueron empañados por una media agarrada que requirió de descabello. Ovación.