JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
El pasado San Isidro, la gran figura histórica del rejoneo por excelencia rompió el maleficio de su mala suerte con los toros en esta plaza en los últimos años y lograba su octava Puerta Grande en Madrid. Pero no es sólo una Puerta Grande, porque las tiene a cientos, sino la satisfacción de haber logrado una vez más dar toda una lección de toreo a caballo en la primera del mundo. Hoy lo entrevistamos en Cultoro con la satisfacción de haber confirmado su alternativa a su hijo, a Guillermo, viéndole cortar un rabo y acompañándolo por la Puerta de los Cónsules en la mañana de Pentecostés en Nimes.
Fue algo realmente histórico. Nunca vimos emocionarse de esa forma a Guillermo, un torero, un hijo, que tiene el futuro entre sus manos y que lloró emocionado por el esfuerzo recompensado de tantas horas y horas y tantos viajes y viajes. Y te vio tocar la gloria de Madrid.
Fue un momento que a mí me sorprendió mucho. Guillermo no es de exteriorizar mucho sus sentimientos, pero sabe los sacrificios y los miedos que conlleva una tarde como la de Madrid. Sabía que habíamos tocado el cielo. Llevaba dentro esos sentimientos guardados.
Más allá de la propia faena en cuanto a lo estético, ¿qué registros técnicos puede resaltar?
La faena estuvo marcada por un hándicap que otras faenas mías en Madrid no han tenido: la sensación de que la tarde no iba por buen camino y mi primero y mi segundo no habían servido. Cuando vi que el toro tenía calidad, tenía la sensación de que no se me podía escapar ni un solo detalle. Aparte de las sensaciones artísticas y técnicas que allí ocurrieron, era construir una obra en una faena muy estructurada, de más cabeza que otras que he vivido, que han sido más pasionales.
Y sabiendo los condicionantes de los últimos años en Madrid de su carrera y no solo de eso, sino de la propia Feria de San Isidro, en la que Leonardo Hernández consiguió salir a hombros con oreja y oreja y Sergio Galán logró una faena importantísima pero no había llegado ese triunfo rotundo a caballo.
Sí, me hubiera alegrado que tantos toreros jóvenes hubieran triunfado y se les hubiese abierto la puerta de esta difícil carrera, pero en mi panorama, en los últimos años en Madrid, unas veces por los toros y otras por la espada, no llegaba ese triunfo rotundo. Cada vez lo ansías más, pero con esa obsesión parece que generas que las cosas no se den. Lo estaba saboreando mientras lo construía.
Supongo que será todo un orgullo ver cómo estrellas de su cuadra siguen siendo un referente para la afición y, además, ver que no sólo sirven para ti sino para tu futuro. Un futuro que vale, porque ya hemos visto en otro tipo de casos de rejoneadores que no han llegado arriba y que el hábito en realidad no hace al monje. Como en el toreo a pie se dice del torero que no puede que Dios le libre de un toro bravo, en el toreo a caballo bien podría valer que Dios le libre de una cuadra brava. Pero en este caso no es así. Porque es brava la cuadra y el torero.
Sí, la verdad que el lunes lo vimos en Nimes. Fue una mañana de plena responsabilidad, confirmando alternativa con una corrida que se movió, y lo he visto centrado y muy seguro. Siempre hay fallos y terrenos, pero benditas sean la juventud y sus equivocaciones.
¿Cómo está el rejoneo en la actualidad? ¿Cuál es el rejoneo que le deja a su hijo para que tome el testigo? ¿Cuál fue el rejoneo de sus inicios, cuál cree que es el del presente y cómo cree que atravesará este espectáculo el del futuro bajo el punto de vista de un pilar clave para entender la historia del toreo a caballo como es usted?
El rejoneo está pasando por un momento muy complicado. El rejoneo lo está padeciendo mucho más por el circuito de plazas más pequeñas, donde había más cancha antes para que un rejoneador se fuese haciendo y probando sus caballos. Se han quedado prácticamente las ferias importantes. Eso dificulta que un torero joven pueda hacer ese rodaje necesario para llegar a las ferias bien preparado. Además de eso, creo que en lo técnico y artístico hay un movimiento que a mí no me gusta: creo que no debemos perder nunca el rumbo. El toreo es algo con muchísimos años de historia, que tiene una liturgia y profundidad que nunca nos debemos de alejar de ella. Luego podremos revestirla con nuestra personalidad o con un espectáculo más variado o bullidor, pero siempre sin perder esos valores. El toro es el rey, se cría para eso y tiene que ser protagonista. Entonces, yo siempre abogo por marcar ese camino: no imitar la personalidad, pero sí esa forma de reunirse frente a frente, de torear el ritmo…
No podemos vender el envoltorio si dentro no hay regalo.
Así es, y últimamente ha sido una tendencia de camino fácil que la gente premia, porque te la metes en el envoltorio con ese tipo de cosas. La verdad que luego, en mi larga trayectoria, eso al final dura muy poco y aquí hay que torear profundo, que el caballo se sienta cuando torea.
¿Qué planteamiento del grueso de la temporada, que son los meses especialmente de agosto y septiembre, realizará? ¿Volverá a México?
La verdad es que mi proyecto era torear este año menos con Guillermo, que fuesen corridas separadas y que cada uno viva la intensidad de su carrera. Ha sido maravilloso compartir con él tantas tardes, pero la idea es ir abriéndonos. Respecto a la temporada americana, creo que cada uno tiene que tener su propio camino.