EMILIO TRIGO
Francisco Camino Sánchez, conocido como Paco Camino en el mundo taurino. Se le denominó por su precocidad en el arte del toreo ‘El Niño sabio de Camas’. Destacó en las décadas de 1960 y 1970, por lo que es considerado el diestro más completo de su época junto a Santiago Martín ‘El Viti’
En sus 20 temporadas como matador toreó unas 1500 corridas cortando 1176 orejas y 126 rabos. Toreó más de 50 tardes en Las Ventas de Madrid, cortando 48 orejas y saliendo 12 veces por la Puerta Grande.
Torero polémico, depuradísimo estilista con el capote, magnífico con la muleta, -prefería la izquierda a la diestra- clásico, seguro, conocedor, inteligente, enorme estoqueador y en definitiva un superdotado del toreo.
El maestro Paco Camino habla con Cultoro sobre San Isidro y el “Gran honor de ser considerado Torero de Madrid”
Cómo ve usted esta nueva edición de S. Isidro?
“Muy larga y muy difícil. San Isidro es una Feria que traspasa todas fronteras y es la más importante del mundo. Los años han pasado pero la dificultad de triunfar es igual que siempre, por eso Madrid tiene mucho peso, porque quita y da mucho”.
¿Ha cambiado mucho el toro de antes al de ahora?
“Creo que el toro de antes era más chico y se movía mucho. Ahora están echando un enorme ‘toraco’ por chiqueros que se mueve menos. En eso veo mucha diferencia con respecto a años atrás. El toro en cualquier época lo que tiene estar es bien hecho y nada de fuera de tipo”.
¿Y la afición de Las Ventas?
“La idiosincrasia de la afición de Las Ventas sigue siendo la misma porque el nivel de exigencia no ha cambiado en nada. Con el púbico de ahora, los toreros actuales también los hubieran sido en mis años y por supuesto, las figuras igual. Aquí en el toro, nadie regala nada y Madrid, ni te cuento”.
Usted ha sido uno de los grandes toreros de Madrid.
“Si es cierto, pero también te digo que me costó mucho trabajo entrar, ahora bien, una vez que entré todo cambió. Madrid me entregó su afecto y su respecto, y eso me marcó en toda mi carrera. Para mí ha sido un gran honor llevar ese apodo y en definitiva esa responsabilidad. Madrid ha sido y es la plaza más exigente de mundo, pero también es una plaza que cuando se entrega es distinta a las demás”.
¿Cuál es la tarde que más recuerda en Madrid?
“Pues la verdad las recuerdo todas con muchísimo cariño. No te sabría decir una en concreto porque todas fueros diferentes y muy especiales. Hubo tardes malas que también recuerdo, porque en la vida de un torero tiene que haber de todo. Gracias a Dios, he tenido la fortuna de salir varias veces por la Puerta Grande de Madrid y todas fueron inolvidables. De todas formas, lo que guardo con gran cariño es el respecto de esa plaza, que cuando la miraba para arriba te llenaba de emoción. Era inexplicable ver a toda esa gente como se vaciaban contigo. Madrid es Madrid y siempre digo que de Madrid al Cielo”.