LA CRÓNICA DE SAN FERMÍN

Pamplona se entrega a la entrega


domingo 13 julio, 2025

Fortes y Fernando Adrián se van en hombros de Pamplona con un Ginés Marín al que se lo impidió un pinchazo en el tercero

Sin Título
Foto: Méndez

Ya se pueden caer los cimientos de la tauromaquia, ya pueden reinventarse los cánones de torear, ya puede revertirse la tradición y redefinir el concepto temple. Ya puede todo eso elegir como escenario la Monumental de Pamplona, que como no exista la entrega sin condiciones, sin medida y hasta sin más argumentos, en ocasiones, no hay manera de ganar su corazón. Lo contrario, sin embargo, es garantía no sólo de premio, sino también de regreso al año siguiente a la plaza que mejor paga, porque el lleno es más que seguro en sus tendidos.

Tal vez sea esa una de las principales características de este coso, que no se parece a ningún otro, pero todos quieren pisarlo al menos una vez en la vida. Aunque el ruido sea atronador; aunque parezca que no le hacen caso al que pasa un quinario en el ruedo; aunque parezca, muchas veces, que torear sea lo de menos en la arena pamplonesa. Cuando un tío viene a entregarse sin pensar en las consecuencias, Pamplona se entrega también.

Hoy pasó con Fernando Adrián, que le cortó las dos orejas al quinto de La Palmosilla a base de exponerle el cuero a un toro muy complicado de torear. No por malo, ni por agresivo, ni siquiera por manso, sino porque había que ser muy, pero que muy preciso para acertar con la medida de exigir. Si te quedabas corto, corría como un gamo y transformaba su codicia en ansia pura con la cara por donde saliera; si, por contra, echabas la mano demasiado abajo, transformaba su bravura en gazapeo pegajoso del que había que desembarazarse y salir airoso en mitad de la tanda. Por eso el mérito estuvo en saludarlo con un manojo de chicuelinas, sin esperar a probarlo con el percal en la mano. Y en echarse de rodillas en los medios para iniciar de muleta con el pase cambiado y trazarle luego tan largo como le permitió su condición. Y en cerrar el trasteo con unas bernadinas que superaban el tremendo volteretón propinado por haberse desplantado con confianza ante un toro con bastante más peligro del que parecía tener. Tal vez fuera excesivo el premio de la segunda oreja, pero Pamplona es muy quien para entregarse a quien le plazca. Y por los motivos que considere.

Tampoco fueron las faenas de Fortes las más limpias de la historia, pero sí tuvieron -las dos- el denominador común de la búsqueda de la verdad en el cite, en el embroque y en el vaciado. El malagueño, que saludó a su primero con un farol de rodillas en la puerta de chiqueros, se empeñó en ir a buscarlo con la panza de la muleta llegando al morro del toro. Vertical siempre, descargando el peso en la cadera, con los hombros relajados y el ademán ayuno de crispación, como si no corriese adrenalina por el organismo de Saúl. Hubo largura en el inicio de rodillas a un toro con buena clase, y hubo convicción y fe siempre en la forma de interpretar de un Fortes que hacía una década que no pisaba esa arena. Y hubo también una estocada entrando muy derecho y muy despacio que le hizo cosechar la primera oreja.

La segunda se la arrancó a un cuarto feo y altiricón al que saludó con un curioso lance juntando las manos en la esclavina del capote. Ya blandeaba el toro entonces, pero fue más acusado el defecto con la muleta, con la que acertó Saúl en citar con muchos metros por delante de la sarga. Pero no tenía clase, no era ni un poquito especial el animal que le tocaba para brillar en lo profundo -aunque saliese a saludarlo sentado en una silla-. Es cierto que hubo en la tarde naturales más profundos, pero los que dejó Fortes a este cuarto bastaron para lo comprendiese Pamplona, que lo sacó en hombros de nuevo.

Eso y sólo eso le faltó a Ginés Marín, que fue el autor no sólo de los mejores muletazos de la tarde, sino de la faena más parecida a los cánones habituales del toreo bueno. Fue al sexto, un ‘Timonel’ con hechuras de samuelón y una expresión extraordinaria que sacó clase e intención por todos los anteriores, en lo que tuvo mucho que ver la fabulosa brega que le dejó en banderillas Joselito Rus, tan templado como breve. Tiene una forma de torear el extremeño Ginés que no varía estando de pie o de rodillas, que fue como comenzó el trasteo al cierraplaza, pero fue al natural, después de acertarle con la altura al toro y afianzarlo en la arena, cuando llegaron los muletazos caros. Despacio, carente de toda prisa y centrado en redondear las series, sabía el torero que allí estaba gran parte de su futuro. Porque no es normal que un torero de su calidad y su talla se encuentre rezagado en el escalafón, pero es que parece tan fácil torear como él lo hace…

Quedó sin puerta grande el toreo de Ginés, pero ganando muchos enteros en el imaginario popular, que es donde se está haciendo un hueco tan grande Fortes como el que está asentando con su fe Fernando Adrián. Y hoy pudieron salir los tres en hombros de la plaza de Pamplona. Algo querrá significar.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Pamplona. Penúltima de la Feria del Toro. Corrida de toros. Lleno.

Toros de La Palmosilla. Con movilidad y son el primero; con movilidad sin clase el segundo; con profundidad y humillación el tercero; noble de recorrido corto el cuarto; codicioso pero feble el quinto; noble y con entrega el buen sexto.

Fortes, de rosa y oro: oreja y oreja.

Fernando Adrián, de rioja y oro: silencio tras aviso y dos orejas.

Ginés Marín, de esmeralda y oro: silencio y oreja tras aviso.

FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ  

Fotogalería Pamplona 13 7 2025