MADRID

Pepe Moral, una tarde de firmeza y entrega en Madrid


domingo 8 septiembre, 2024

El sevillano volvió a dejar huella en Las Ventas en el desafío entre Dolores Aguirre y Sobral

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Foto: Olmedo

Abrió plaza un ‘Argelón’ de Dolores Aguirre que pasaba los seis quintales y lucía dos puntas escalofriantes, pero cuando se abrió de capa Pepe Moral y le sopló siete verónicas de lento compás y una media personalísima, todo muy obligado, el toro ya no era nadie. Fantástico el inicio del sevillano, que hizo rugir la plaza cuando aún no se había sentado. Luego fue mucho rato el que estuvo el toro bajo el peto, del que salió ya con la cara a su aire. Molestó mucho el viento en el quite del que tuvo que desistir Miguel de Pablo. Ya comenzó esperando en banderillas y terminó cortando el viaje, sin fuerza para aguantar la lidia, pero aún así quiso apostar Pepe brindando al público. Y fue clave el inicio, sometiendo por abajo con mucha torería el ímpetu del animal. Luego con paciencia, encelando a un toro que necesitaba gobierno para alargar su viaje corto, para azuzar su falta de ganas de embestir y para apretar los dientes y soportar sus continuas amenazas, que quedaban veladas en el trazo que ofrecía Pepe con su convicción. Hasta que llegó el momento de apretar lo construido, y entonces dijo el toro que mejor se iba. Bastó el macheteo final para dejar claro que había estado Moral muy por encima del de Dolores. Una estocada delantera le valió para despenarlo y escuchar una ovación.

Al sardo cuarto, que era un pavo con El Hierro de Sobral, se fue a saludarlo Pepe Moral a la puerta de chiqueros, pero se quedó debajo del trapo en la larga cambiada de rodillas, y solo un milagro libró al sevillano de la cornada. Después se quiso ir el animal hasta que llegó al caballo recto y apretando con las manos en el primer encuentro, más largo y más derecho la segunda vez, pero a cabezazos. Tampoco tuvo temple ni franqueza en el quite que intentó Miguel de Pablo a la verónica. Brindó a Moisés Fraile, ganadero de El Pilar, y se fue a ganarle el paso con doblones genuflexos a un animal que demandaba tiempo y largura. Se la dio Pepe, pero acudía con el freno echado y lo iba accionando cada vez más mientras echaba las miradas a la taleguilla en lugar de al trapo rojo, reponiendo después y demostrando que recordaba lo que dejaba detrás. Apostaba Moral por la colocación y la verdad cuando le devolvía el animal zarpazos que no pasaban del embroque y parones en el pecho que amenazaban hule. El corazón en un puño tuvo el tendido de Madrid mientras se echaba la muleta a la zurda, pero ahí ya le firmó el armisticio el de Sobral a un torero que ganó la pelea de principio a fin. Una estocada desprendida se quitó de en medio al sardo tras un aviso.