La historia de Blas Romero, ‘El Platanito’ (Castuera, Badajoz, 1945), es digna de ser contada. El pacense pasó la dureza de la posguerra en una España en blanco y negro. Pasó por varios hospicios y correccionales durante su niñez, pero su sueño de ser torero le alejó de una vida que le llevaba directo a la cárcel. Su amor por el toro le hizo recorrerse España de cabo a rabo buscando tentaderos donde poder demostrar aquello que llevaba dentro.
Su sueño se hizo realidad en aquellos años 60 donde pudo compartir paseíllos con figuras de la talla de Sebastián Palomo Linares o Manuel Benítez ‘El Cordobés’. Unos triunfos que acabarían disipándose hasta quedar en el olvido, obligándole a cambiar la muleta y la espada por el trabajo de lotero en el barrio madrileño de El Pilar como bien contaba Mayte Alcocer en una entrevista. Un torero que no olvida a aquellos que le ayudaron en sus inicios, esos que no tuvieron reparo en echarle una mano a un joven de 17 años que quería ser torero.
Luis Miguel Dominguín y su hermano Domingo fueron claves en unos comienzos donde Blas nunca se guardó nada dentro. En una entrevista realizada en el peridoto La Razón el espada extremeño desveló su tensa relación con Palomo Linares: “Había una fuerte rivalidad entre los dos, siempre estábamos discutiendo. No teníamos sintonía”. Con el Benítez contó una anécdota digna de ser mencionada, esa donde pareció vaticinar el futuro. “Uno de los dos acabará vendiendo lotería” le comentó el de Palma del Río, y vaya si acertó.
Cuando los triunfos menguaron y el dinero fue saliendo de su bolsillo intentó reconducir su carrera montando espectáculos en la que había hasta enanos, ese en el que Ortega Cano realizaba las faenas serias. Tras más de cuarenta años como lotero, Platanito recuerda el pasado con añoranza, pero disfruta de los momentos que le regala la vida pese a la dureza de esta. Goza del cariño y la admiración de una afición que en muchos casos, por edad, no le ha visto torear.
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Uno de los que sí ha compartido tardes de campo con él fue Simón Casas, empresario de Las Ventas y compañero de fatigas del pacense. “Con mi amigo El Platanito que vende lotería en Las Ventas. El primer día que llegue a España, con menos de veinte años, me encontré sin una peseta y sin conocer a nadie en la Plaza Mayor de Salamanca. Un chico que tenía pinta de maletilla me invitó a comer un bocadillo de mejillones. El mejor bocadillo de mi vida. Este chico era El Platanito”, escribía en sus redes sociales Simón Casas.
“El romanticismo de la gente del Toro, hace posible unir a las personas con principios y humildad, en torno a la Cultura de la Tauromaquia, que a todos hace importantes. Salud y Éxito” se podía leer junto a otros comentarios como, “Que historia tan emotiva y que humildad para contar tu historia, toda mi admiración y respeto” comentaba una seguidora del empresario francés en redes, pero esta no fue la única contestación a dicho post en Instagram, “Que bendición que tú recuerdes y le des su sitio al que un día te dio de comer” respondía otra en la citada red social. Un gesto que no paso desapercibido para muchos que aplaudieron que pese a los años ambos sigan manteniendo la amistad.
Platanito es un hombre querido por gran parte de los aficionados que acuden cada tarde a la Monumental de Las Ventas a presenciar una tarde de toros, pero no queda ahí, otros como Simón Casas ya lo conocieron por distintas zonas de nuestra piel de toro hace más de 30 años. “A este personaje yo lo conocí con mi padre en mi primer viaje a Europa que hice, en la plaza de San Sebastián de los Reyes en su Feria en agosto de 1987 cuando yo tenía apenas 17 años”. Un personaje al que es difícil no ver en la primera plaza del mundo, lugar desde donde hace años vende lotería.