El pasado viernes, José Antonio “Morante de la Puebla” realizó un gesto en la Real Maestranza de Sevilla que ha levantado las críticas del animalismo radical y algunos medios se han hecho eco de él tergiversando una realidad muy distinta de la que éstos han intentado vender.
Morante cogió el pañuelo de su chaquetilla y acarició la testuz del toro, como el grandioso torero al que tanto admira y del que estudia cada detalle, Joselito el Gallo. Además, justo en ese toro Morante de la Puebla interpretó el célebre “Galleo del Bú”, suerte también de Joselito y que volvió a sacar a la luz el genial torero sevillano.
A partir de entonces, medios como los citados le han dado una “vuelta de tuerca” a la realidad argumentando que el toro estaba llorando y que José Antonio intentó secarle las lágrimas… pero, ¿por qué no puede ser así? Porque un toro no puede llorar de dolor durante la lidia: en pleno esfuerzo de la lidia, al toro le pueden saltar lágrimas pero no están vinculadas a un sentimiento, sino a la entrega que la propia bravura lleva consigo. Son lágrimas de esfuerzo en el fragor del combate, como las puede emitir el luchador y el corredor de fondo.
¿Por qué el toro bravo no puede llorar de dolor?
Tal y como el catedrático Juan Carlos Illera demuestra científicamente en su estudio “Regulación neuroendocrina del estrés y dolor en el toro de lidia”, el ganado bravo posee una serie de peculiaridades que hacen que sea prácticamente imposible su comparación con otras especies o razas animales. Se cría para que muestre bravura, acometividad y fuerza durante la lidia. Todo esto, implica una selección y manejo especial por parte de los criadores, diseñado especialmente para estos animales y según la experiencia de muchos años, incluso durante generaciones, por parte de los ganaderos que los seleccionan.
Para el citado estudio se utilizaron 180 toros (4 – 5 años de edad) y 120 novillos (3 años de edad), lidiados todos ellos en la Plaza Monumental de las Ventas de Madrid, las muestras se recogieron en le desolladero de la plaza. Asimismo, se realizó un estudio comparativo con las corridas de recortes, para lo que se han utilizado 40 toros (4 años de edad).
Lo primero que encuentran es que el toro es un animal, “especial” endocrinológicamente hablando, ya que tiene una respuesta totalmente diferente a la de otras razas vacunas y a otras especies animales. Hemos llegado a comprobar analizando los “medidores del estrés” cómo son la hormona adenohipofisaria (ACTH – hormona adrenocoricotropa) y las hormonas adrenales, tanto de la corteza (cortisol) como de la médula (epinefrina y norepinefrina), que el toro presenta, durante la lidia, menor liberación de ACTH y cortisol que durante el transporte, lo que significa que el animal tiene una mejor respuesta al estrés. Por supuesto que el toro tiene estrés, pero con estos análisis hemos podido demostrar que éste, es significativamente más elevado, por ejemplo en el momento de salir al ruedo que durante o al completar su lidia
Para comprobar que los resultados obtenidos en animales lidiados eran ciertamente los obtenidos, comparan estos resultados con toros utilizados en las corridas de recortes donde a los animales no se les aplican los tercios de varas y banderillas y no se sacrifica al animal con la espada. Pues bien, cual ha sido nuestra sorpresa, al comprobar que los niveles de las Hormonas ACTH y cortisol estaban más elevados en animales de corridas de recortes que en los procedentes de lidia completa. A tenor de estos resultados indican, en un principio, que las corridas de recortes son más estresantes para los toros que la lidia normal, lo que refuerza aún más la hipótesis de que la salida al ruedo es el momento más estresante de toda la lidia.
Por los resultados obtenidos, se ha comprobado que el umbral de percepción de dolor en los toros es altísimo. Es decir, durante la lidia liberan grandes cantidades de betaendorfinas. Durante el trasporte de los toros también se libera esa hormona, porque sienten estrés, pero en menor cantidad, lo que, en principio, les provocaría un sufrimiento. El problema es que al no haberse “excitado” ningún nociceptor periférico, como en el caso de la lidia, la hormona no puede actuar, por lo que la adaptación al estrés es peor y el sufrimiento del animal podría ser mayor.
El argumento histórico del gesto de Morante
Las redes también han argumentado históricamente el gesto de Morante de la Puebla:
Además, otros medios como ABC sí han ensalzado el gesto histórico de Morante de la Puebla, explicando por qué lo hizo aquel día en La Maestranza.