David de Miranda le ha dedicado la Puerta Grande en Madrid a su padre, que hace un año falleció. “Intento ser humilde, no me olvido de dónde vengo y del mucho camino que me queda por recorrer. Espero montarme en este carro y no bajarme de él más. He luchado como el que más. Son muchos años en esto y gracias a Dios he empezado a ver la recompensa. Ojalá y poco a poco vaya encontrando mi sitio”.