EL EXILIO INTERIOR

Postal de Las Ramblas


viernes 18 agosto, 2017

En Canaletas se hablaba, a voz en grito, de fútbol y toros, Kubala y Chamaco o a Manolete, al que en las tardes de gloria el gentío llevaba a hombros desde la Monumental al hotel Comercio

En Canaletas se hablaba, a voz en grito, de fútbol y toros, Kubala y Chamaco o a Manolete, al que en las tardes de gloria el gentío llevaba a hombros desde la Monumental al hotel Comercio

PACO MARCH

" No sufras, porque ganaremos/ ganaremos nosotros/los más sencillos/ no sufras/ porque ganaremos" (Pablo Neruda).

De pronto, en Barcelona, la tarde luminosa y cálida de agosto, fue tiniebla, gritos y sirenas y el asfalto de las Ramblas se tiñó de sangre.

A las Ramblas las han despojado de sus puestos con peces de colores que los niños llevaban a su casa en bolsitas de plástico con agua; tampoco se escuchan los trinos alegres de canarios y periquitos o se contemplan las infinitas vueltas y más vueltas de los hamsters. Siguen las floristas y los kioskos de prensa y souvenirs,  rodeados de casetas unifornes que ofrecen extraños productos denominación de origen Cataluña y, desde el anochecer, , se venden latas de cerveza y cuerpos de mujer.

Por las Ramblas pasean pocos barceloneses entre miles de gentes, muchos con la maleta de ruedas buscando o saliendo del hotel. 

Las Ramblas suben desde el Puerto  a Canaletas al encuentro de una ciudad que fue de los prodigios y que ahora llora con el único consuelo de la solidaridad ejemplar.

Las Ramblas " La calle más alegre del mundo/ donde viven juntas a la vez/ las cuatro estaciones del año/la única calle en el mundo/ que yo no querria que se acabase" dejó escrito Federico García Lorca justo hoy asesinado hace 81 años por el fascismo y el odio.

En Canaletas, cuando entonces, tiempo de silencio, se hablaba, a voz en grito, de fútbol y toros, Kubala y Chamaco, al que en las tardes de gloría, que eran todas – diría- el gentío llevaba a hombros desde la Monumental al hotel Comercio, más abajo del Liceo o, apenas unos años antes y hasta el hotel Oriente, a Manolete.

Por las Ramblas desfilaba, manojo de flores y rebeldía, un Ocaña precursor, al aire la falda y sin calzoncillos, como medio siglo antes lo hizo la muchedumbre, agraviada por una corrida de mansos en El Torín de la Barceloneta, arrasando conventos.

Las Ramblas, vida y muerte, alegría y dolor.

Volveremos -ya hemos vuelto- a pisar nuevamente las Ramblas ensangrentadas para proclamar la alegría, hoy infinita tristeza.