La pandemia ha dejado una profunda huella en el sector del toro bravo, provocando una subida histórica en sus precios. Las dificultades económicas derivadas del COVID-19 obligaron a numerosos ganaderos a reducir drásticamente sus explotaciones, ya que mantener los costes resultaba insostenible. Esta reducción en la cabaña brava ha generado una escasez notable de animales, lo que ha elevado los precios hasta un 40 %.
Determinar el valor exacto de una corrida de toros resulta complejo debido a la ausencia de tarifas uniformes establecidas por animal o por plaza. Por esta razón, cada ganadero negocia de manera individual con el empresario el precio de salida de sus animales. Según datos recientes, la plaza de toros de Pamplona maneja un rango de precios que oscila entre 72.000 y 120.000 euros, cifras que representan una oportunidad económica significativa para ciertos criadores.
Según nos indican esas mismas fuentes consultadas sobre el valor de un animal bravo en Pamplona, estos también nos ofrecen una pista sobre por dónde pueden ir los tiros en una plaza como Las Ventas. En la primera plaza del mundo, esa horquilla es más amplia, pudiendo oscilar entre los 55.000 y los 120.000 euros, alcanzando este último precio únicamente los hierros de mayor caché y en corridas señaladas o con la participación de las máximas figuras. Algunas, incluso lo superan en contadas ocasiones.
En las plazas de primera categoría, algunas empresas destinan cantidades significativas a la adquisición de animales, lo que les permite seleccionar las mejores reses y acceder a los toros más valorados. Sobre el valor de un toro en una plaza de primera habló hace unos meses Victoriano del Río en Onda Madrid: “Las plazas de primera pagan un dinero bueno. Yo estoy satisfecho con lo que me han dado hasta ahora. Este tipo de cosos son los que más pagan. Una corrida de seis toros, en una plaza de primera, la cobro tres veces más cara que en una plaza chica. A mí, Madrid es la que mejor me paga”.
El aumento en el coste de las materias primas, consecuencia del conflicto en Ucrania, afectó gravemente a muchos ganaderos, quienes vieron cómo el coste de rematar un toro aumentó en torno a un 25 %. Esta subida en el precio del toro ha permitido que un número considerable de ganaderías pueda equilibrar sus ingresos y gastos, afectando —en mayor o menor medida— tanto a las vacadas asentadas en la élite como a aquellas que no gozan del cartel necesario para anunciarse en un ramillete importante de ferias.
Este nuevo escenario —la subida del precio del toro al existir mayor demanda que oferta— ha permitido que muchas ganaderías, por fin, puedan equilibrar sus cuentas: “Por primera vez en muchos años, el precio del toro empieza a reflejar lo que cuesta criarlo”, señalaba a este medio una vacada del suroeste peninsular. «Ir a Madrid nos da la vida. Ahí se le saca rédito económico a un animal que tiene unos altos costes durante sus más de cuatro años de vida”, nos explicaba.
“Pero los ganaderos no podemos hacer la cuenta por toro; tenemos que hacerlo de forma global, ya que existen muchos cuatreños de menor presencia —y, por lo tanto, con un precio de venta más bajo— u otros que no llegan a la plaza al quedar inutilizados por alguna pelea. Aquí todos comen igual”, exponía este ganadero.