CAMPO BRAVO

¿Cuánto vale una corrida de Adolfo Martín para Las Ventas?


sábado 7 junio, 2025

Desde la pandemia hasta esta fecha el precio del toro bravo se ha encarecido entre un 20 y un 25% debido a la subida de las materias primas

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Dos toros de Adolfo Martín. © Plaza 1

Como ya explicamos en anteriores publicaciones, en los últimos años el valor del toro de lidia ha experimentado un incremento notable respecto al que tenía hace apenas un lustro. Esta subida no se explica únicamente por el mercado taurino, sino también por factores económicos globales. La pandemia provocó una reducción drástica en el número de festejos y, como consecuencia, muchos ganaderos optaron por disminuir sus camadas de machos, reducir el número de vacas de vientre y, en algunos casos, destinar vacas bravas al toro manso para mantener ciertas ayudas esenciales en el día a día de la ganadería.

Esta disminución de la oferta ha coincidido con una recuperación de la demanda, generando un desajuste que se refleja directamente en los precios. Además de la escasez de animales disponibles para ciertas plazas, el encarecimiento de las materias primas ha impactado de lleno en la ganadería brava. La subida del precio del pienso, la electricidad, el gasóleo e incluso los medicamentos veterinarios ha elevado el coste de criar un toro hasta cifras impensables hace una década. Antes de la pandemia, criar un toro podía costar unos 5.000 euros. Hoy, esa cifra se sitúa entre los 6.000 y 6.500 euros, lo que supone un aumento de entre el 20 % y el 25 %.

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Un serio toro de Adolfo Martín en los corrales de Las Ventas. © Plaza 1

Esta presión económica encarece, de forma lógica, el precio del toro bravo en el mercado, tanto si tiene como destino la plaza como si va a la calle. La combinación de oferta reducida y costes crecientes ha tensionado el mercado taurino. Esta situación afecta también a los empresarios, que ven cómo montar un festejo resulta cada vez más caro. Muchos se ven obligados a reajustar otros costes o a subir el precio de las localidades para cuadrar las cuentas.

El valor del toro de lidia se ha convertido en un claro indicador de las tensiones estructurales del sector. La reducción del número de animales tras la pandemia, sumada al encarecimiento de las materias primas, ha generado una tormenta perfecta que redefine el panorama económico de la tauromaquia. Todo ello ha elevado el precio del toro de plaza de segunda o tercera respecto a lo que se pagaba hace algunos años.

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Varios de los toros de Adolfo Martín reseñados para Las Ventas. © YouTube

Quizás las plazas de primera categoría, donde se exige un mayor trapío y un tipo muy definido de animal, no han notado tanto esta subida. Esto se debe a que las ganaderías contratadas ya manejan precios más altos, por lo que no necesitan incrementarlos para evitar pérdidas. En Pamplona, por ejemplo, una corrida completa puede costar entre 72.000 y 120.000 euros, lo que se traduce en una horquilla de entre 12.000 y 20.000 euros por toro, según el prestigio de la ganadería y el cartel.

Madrid, como otra plaza de referencia, presenta cifras ligeramente más contenidas. El precio medio de una corrida de toros que salta al ruedo de Las Ventas durante la Feria de San Isidro puede oscilar entre 55.000 y 120.000 euros —en función del hierro y de la fecha—, una horquilla más amplia que la de Pamplona, pero igualmente significativa. «Criar un toro vale un dinero importante. Soy una persona que intento defender mi parcela, mi caché, y donde no, no voy. Y punto. Hace unos tres años, para poderte defenderte, una corrida de toros no la podías vender por debajo de 30.000 euros» explicaba el ganadero afincado en tierras cacereñas allá por 2022.

Con la oferta disparada y la demanda aún reajustándose, muchos empresarios han reseñado corridas con bastante antelación para adelantarse a sus competidores. Ferias como San Fermín (Pamplona), Fallas (Valencia), Feria de Abril (Sevilla), Semana Grande (Bilbao), El Pilar (Zaragoza) o San Isidro (Madrid), entre otras, concentran la mayor parte de la demanda de toros para plazas de primera. Estos empresarios deben competir con el mercado francés y con el festejo popular. La diferencia es que, en la calle, no se reseña un número tan amplio de astados, lo que no interfiere con el trabajo de los veedores de las plazas más importantes.